San Juan Eudes, fundador de la Congregación de Jesús y María, es considerado padre, doctor y apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones. El padre Rafael García Herreros recuerda en la "Vida de San Juan Eudes", el incansable amor del santo por permitir que Jesús y María reinaran en el corazón de los cristianos:
Padre de la devoción a los Sagrados Corazones
Eudes fue el padre de la devoción a los Sagrados Corazones. Esta afirmación suena ya como campana de oro forjada en noble hornaza y repulida a golpes de martillo. Toda una escuela pretendió o pretende negar ese título de gloria a San Juan Eudes. ¿Por qué? No lo sabemos. Ni quisiéramos averiguarlo. Parece que muchos piensan que es mengua en la gloria de santa Margarita María decir que san Juan Eudes es el autor del culto litúrgico al Sagrado Corazón. Nosotros no creemos que sea así, o mejor dicho, no es así. Se mengua lo que se divide y se divide lo que está entero. La gloria, el alcance, el prestigio, lo maravilloso de las revelaciones de santa Margarita y el papel de su ilustre confesor el padre Claudio de la Colombiére, sj, quedan intactos, sin división, sin mengua.
La obra de San Juan Eudes y su gloria son dominio aparte. Una cosa es que un prestigio sea menor porque no engloba el que otros poseen, santa y legítimamente intocable, y otra cosa es que se mengüe un prestigio porque se le arrebata uno de sus propios fundamentos. El prestigio de España hubiera sido mayor si hubiera poseído al Brasil en su imperio americano. Pero el Brasil fue conquista de otro afortunado. El poderío de España fue por ello menor de lo que esta hubiera podido o ambicionado lograr. Pero no sufrió mengua. Sufrió mengua cuando actuaron Bolívar, San Martín, Hidalgo y Morelos. Así decimos nosotros: el prestigio de santa Margarita María habría sido mayor si ella hubiera instituido o hecho instituir primero que todos el culto litúrgico del Corazón de Jesús. Pero al no ser así, como de hecho no lo fue, su gloria es menor, pero no ha sufrido mengua.
En 1641 san Juan Eudes compuso el oficio de los Sagrados Corazones. Es el año misterioso en que el santo
se resuelve a poner definitivamente su vida al servicio del adorable Corazón y a enfocarlo todo hacia Él. En 1643 establece la Congregación de Jesús y María y la dedica al Sagrado Corazón de Jesús y María. Ese mismo año funda la orden de Nuestra Señora de la Caridad, y del pecho de las religiosas hace pender un corazón para que no olviden ellas que son las primeras hijas del adorable Corazón de Jesús y María. Por esa época, el Santo redacta una oración que es la síntesis de toda la doctrina sobre el Corazón de Jesús y María: "Salve Corazón santísimo", y el "Bendito sea".
El escudo de la Congregación de Jesús es un corazón que contiene y guarda dos personas, la de Jesús y la de María. Es esta la época de la devoción unida, en que se honra al mismo tiempo a los dos corazones, que en verdad no son sino uno solo por el amor.
El 8 de febrero de 1648 el santo hizo celebrar la fiesta pública del Sacratísimo Corazón de María juntamente con el Corazón de Jesús en Autun al terminarse una célebre misión. Esta fiesta se celebraba ya desde el año anterior en los institutos del santo.
Entre 1663 y 1670 aparece definitivamente separado el Corazón de Jesús del Corazón de María en la devoción de san Juan Eudes. Ambos con su oficio propio, con su misa propia, con su fiesta propia. Es verdad que el santo escribirá en la circular de 1672 que nunca había querido separarlos en su culto. Pero bien comprendía que ese modo de honrarlos en un solo Corazón a Jesús y a María, a pesar de ser una sublime teología, nunca podría ser aprobado para un culto público y popular.
El 29 de julio de 1672 el santo dirige a sus hijos una circular de un valor extraordinario, teológico e histórico, que de un modo definitivo le reafirma la paternidad de la devoción al Corazón de Jesús y le asegura a la Congregación fundada por él la gloria insustituible de ser la primera depositaria de la adorable devoción. [La circular es del 29 de julio de 1672]
Doctor de la devoción a los Sagrados Corazones
En uno de los últimos días de febrero de 1670, conversaba monseñor de la Vieuville con el padre Eudes en el salón íntimo del palacio de Reims. A través de la ventana volada se veían los techos agudos de las buhardillas blancos por la nevada de aquel riguroso invierno.
San Juan Eudes, con sus compañeros, había predicado una gran misión en algunas parroquias de la ciudad con un éxito absoluto. Monseñor estaba feliz con su santo misionero. Le había ofrecido el seminario de la ciudad, le había brindado generosamente el alquiler de una buena casa para su comunidad, y esto también con el proyecto de beneficiar su ciudad con las hermanas del Refugio.
El padre Eudes tenía una vigorosa ancianidad. Durante doce semanas había predicado diariamente a pesar de sus 69 años. El padre conversaba con monseñor de la devoción al divino Corazón de Jesús y al sacratísimo Corazón de María. Mientras monseñor jugaba con el anillo pastoral, mirando a su interlocutor de hito en hito, el padre le explicaba con encendido acento la teoría, la teología de su devoción. "Podemos distinguir tres corazones en Jesús y en María. El corazón de carne, el corazón espiritual, que es el alma; y el corazón divino, que en Jesús es el Espíritu Santo y en María es su Hijo, que en verdad era para ella su vida y su ser".
Toda devoción se debe terminar en la persona, por eso aunque el corazón material de María merece todo nuestro amor y nuestro culto, sin embargo en nuestra devoción no lo separamos de ninguna manera de la persona de María, pero sí queremos honrarlo de un modo excepcional, con respecto de las demás partes del cuerpo virginal de María, a causa de ser el símbolo del amor y el órgano o, al menos, el sentido más sencible al amor. Allí repercuten, allí se registran todas las palpitaciones del amor sencible, todos los ritmos, todos los movimientos más íntimos.
[Y así Eudes explicaba con mucha convicción su teología del Corazón de Jesús y María]
Apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones
En octubre de 1660 se notaba un silencio, una soledad inusitada en las calles de la ciudad de Fougeres,
porque todos los habitantes de la antigua y torreada villa se encontraban en la Iglesia. Desde el atrio oíase la voz del predicador extraordinariamente convencida y fervorosa. Y en las naves del templo todos, inmóviles, atentos, oían al padre Eudes. Con las cabezas levantadas, miraban fijamente al anciano predicador que hablaba poseído de un fuego, un entusiasmo que le envidiarían los más jóvenes, los más ardorosos...
Algunas de sus palabras eran:
"Oh Jesús, único corazón del Padre y de la Virgen, que todos canten las alabanzas de tu admirable corazón.
Oh Corazón, todo amor por Dios, Corazón inflamado de amor por el Padre, calcinado de amor por la Virgen, herido de amor por nosotros.
La esposa lastimada te hiere con una nueva herida; la muerte impía te quebranta, una lanza cruel te atraviesa.
Salve víctima de dolores, centro de la cruz, rey de mártires. Haz que la cruz sea nuestra gloria, nuestro amor, nuestra corona, nuestra alegría.
Corazón herido de amor, hiérenos con tu amor. Néctar de vida para los que habitan el cielo, embriáganos de amor".
De esta manera Eudes proclamaba ardientemente el amor a los Sagrados Corazones de Jesús y María que había en él y que era motivo de su inspiración.
Fuente:
Vida de San Juan Eudes
Padre Rafael García Herreros
Tercera Edición
Colección Obras Completas No. 3
Corporación Centro Carismático Minuto de Dios
Bogotá - Colombia
2005
Fuente principal: eudistasminutodedios.org...
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