Apreciados hermanos y hermanas, los saludos en la paz y alegría de Jesús el Buen Pastor quien consuela siempre a su Pueblo.
Desde hace tiempo vengo como muchos de ustedes, hombres y mujeres de este querido pueblo de Venezuela, orando, implorando, suplicando a Dios nuestro Padre Eterno y a su amado Hijo nuestro Señor Jesucristo, que tenga misericordia de nuestra amada Venezuela, para que vuelva a reinar su Paz y su Justicia.
Ser testigos de lo que ha pasado y lo que sigue pasando en estos difíciles y dolorosos momentos en nuestra Patria, nos tiene indignados, preocupados, llenos de gran incertidumbre y desasosiego. Venezuela suplica un cambio para el bienestar y la paz de todos, y la paz la construimos todos, es una convicción y actitud ante la vida que nos regala el Señor.
Como pueblo creyente y mariano que somos, pueblo que fue consagrado al Santísimo Sacramento del Altar (1882) y pueblo en el que hizo su aparición la Santísima Virgen de Coromoto (1652), en medio de esta gran crisis social que se ha tornado más violenta últimamente, no hemos perdido las esperanzas, pues, la esperanza es la última que se pierde, y al leer el salmo 93 se renueva una vez más nuestra confianza en Dios: "Señor, dichoso aquel a quien tú educas y enseñas a cumplir tus mandamientos, cuando lleguen las horas de desgracia, no perderá el sosiego. Jamás rechazará Dios a su Pueblo ni dejará a los suyos sin amparo. Hará justicia al justo y dará un porvenir al hombre honrado"
Primeramente a Dios y a su Santísima Madre van nuestras suplicas, porque lo que está pasando en Venezuela, es bastante preocupante, algunos todavía no han caído en cuenta en la situación en la que nos encontramos. Desde el 12 de febrero de este año, día de la juventud, no han cesado las manifestaciones pacíficas, como tampoco los hechos violentos de algunos grupos que se han aprovechado de todo esto. Tampoco han cesado los atropellos y vejaciones a la dignidad humana. Lamentablemente ya son varias familias que han sufrido el doloroso episodio de la muerte de sus seres queridos que han salido a manifestar por una Patria mejor.
Así como ya lo han dicho los obispos de la comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de“violencia engendra más violencia” y “la violencia es el último recurso del incompetente” decía Isaac Asimov. A muchos de nosotros nos impactó lo que decía una pancarta que llevaba uno de los estudiantes, textualmente decía: “Mamá me fui a luchar por Venezuela, sino regreso me fui con ella”. Ya son varios hijos e hijas de esta Nación que se han ido con esta Venezuela que desde hace mucho tiempo se desangra o mejor dicho la han desangrado sin compasión alguna.
Venezuela, también nosotros "sentimos consternación por las detenciones arbitrarias, la falta de información, el uso indiscriminado de la fuerza para mantener el orden público" sin importar las graves consecuencias que eso trae, la
La Asamblea Nacional aprobó la ley desarme, decisión acertada para el país. Pero, la ley empieza por casa, por lo que también se debería prohibir la compra de armas en todo el país, o en todos los países y evitar tantas muertes. Hoy más que nunca también debemos poner en práctica o comenzar con el “desarme de las palabras”. Los discursos violentos, por lo general vienen llenos de insultos e improperios, traen más odios, resentimientos y más divisiones. Con palabras y actos violentos nunca llegamos a nada, fue lo que subrayó en estos días Mons. Mario Moronta, obispo de San Cristóbal, Edo Táchira: “con actos de violencia, vengan de donde vengan, no se conseguirá nada; más bien se abrirá el paso a resentimientos, heridas espirituales y mayor división”. (Cfr. Mons. Mario Moronta, San Cristóbal, 19 de febrero de 2014)
“No matar” es el quinto mandamiento de la Ley Divina, y la Ley de Dios, nos manda amar y respetar la vida humana, desde el momento de la concepción hasta su término natural, como debe ser, pero acá en Venezuela, lo leí en estos días en uno de los muros de la Universidad Católica Andrés Bello, vivimos el estrés que: “sales de tu casa, pero no sabes si regresas”. Hay un gran problema de anarquía nacional, que no ha surgido sólo, esto ha sido alimentado a lo largo de estos años y tristemente nos perjudica a todos, nuestros actos y palabras son un boomerang, siempre se devuelven, debemos “medir” nuestras palabras y también nuestras acciones.
La gran mayoría de los que amamos y vivimos en este país, coincidimos que el diálogo, el respeto y el reconocimiento del otro son el camino, pero el AMOR, que nos enseñó nuestro Señor Jesucristo es la única herramienta y la verdadera fuerza para transformar esta realidad de pecado que nos está esclavizando, que nos está quitando la vida día a día. Sólo el AMOR nos libera de nuestros pecados.
Falta mucho por recorrer y por hacer, “JUNTOS” tenemos que inventar y construir el País que queremos. En mis tiempos juveniles, me interpelaba mucho la letra de una canción: ¿Cuándo va a reír esta tierra? ¿Cuándo va a triunfar el amor?... Sólo cuando abramos nuestro corazón a Cristo, sólo cuando cese la violencia, sólo cuando cesen los odios y los rencores, sólo cuando respetemos a los otros y sepamos convivir en medio de nuestras diferencias, sólo así reinaran la justicia, la paz y la libertad, sólo así volveremos a reír y en nuestros corazones triunfará de nuevo el AMOR del Señor.
Ánimo, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús, sólo queremos la voluntad de Dios y su voluntad para Venezuela es que reine su Paz. De nuestra parte, como nos dice San Juan Eudes, “hagamos cuanto podamos en pro de los asuntos de nuestro amado Dueño y de nuestra querida Señora, y luego, abandonémonos en todo a su santa voluntad. Si nuestro momento ha llegado, todo el mundo junto no es capaz de resistir a lo que ellos quieran. Si todavía no ha llegado expectemus Dominum, viriliter agamus et confortetur cor nostrum (Pongamos en el Señor nuestra esperanza, trabajemos varonilmente, y se confortará nuestro corazón, Sal 27,14)”. Los Santos y Santas de Dios, y casi todos los Papas, han hecho y escrito sus oraciones por la paz, quisiera compartir con Uds. ésta oración de San Clemente, e invitarlos a que supliquemos juntos al Señor y a la Virgen Madre del Amor Hermoso, que nos concedan el don precioso de la paz, nos permitan ser instrumentos y constructores de paz. En el Corazón lleno de Amor de Jesús y María:
P. José Antonio Sabino Reyes,
CJM
Superior Provincial
ORACIÓN POR LA PAZ
Te suplicamos Oh Señor, Dios Nuestro; que pongas la Paz del Cielo
en los corazones de los hombres, para que puedas unir a las naciones
en una alianza inquebrantable, en el Honor de Tu Santo Nombre.
Purifícanos con la limpieza de Tu Verdad y guía nuestros pasos en santidad interior.
Danos concordia y paz a nosotros y a todos los seres vivos de la tierra,
como la distes a nuestros padres cuando te suplicaron,
con fe verdadera, dispuestos a obedecer al Santísimo y Todo poderoso.
Concede a los que nos gobiernan y nos conducen en la tierra,
un recto uso de la soberanía que les has otorgado.
Señor, haz sus criterios conformes a lo que es bueno y agradable a Ti,
para que, utilizando con reverencia, paz y bondad el poder que les has concedido,
puedan encontrar favor ante Tus ojos.
Solo Tú puedes hacerlo, esto y mucho más que esto.
¡Gloria a Ti! Ahora y Siempre.
AMÉN
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