Estamos próximos a la celebración de la gran fiesta de pentecostés, en la que conmemoramos la venida del Espíritu Santo, cincuenta días después de la resurrección del Señor. Sus raíces históricas se basan en la celebración judía de las siete semanas posteriores a la pascua donde se resaltaba la aparición de Dios en el monte Sinaí; Los cristianos por su parte, a partir del siglo II la asociaron a la venida de Dios en la persona del Espíritu Santo. Pero más que tener un acercamiento histórico, lo importante de esta festividad consiste en sentir el permanente respaldo y acompañamiento que ha tenido Dios para con sus hijos.
Dios siempre ha estado cerca de su pueblo, desde la creación hasta nuestros días, por eso es que no hay motivo para sentirnos abandonados, o solitarios, porque el Señor se ha manifestado con el poder de Espíritu, en cada situación de nuestra vida. A veces, en medio de nuestra realidad y de nuestros problemas, sentimos que estamos solos y que nadie nos da la mano para seguir en la lucha, pero no hay porque desesperarse porque el Espíritu Santo de Dios, está ahí, manifestando su poder y su amor, así como lo hizo en ese pentecostés cuando vino en auxilio de los apóstoles, la virgen María y los primeros cristianos quienes estaban abatidos porque su maestro Jesús no estaba con ellos y además sufrían de inclementes persecuciones, pero Él vino y les inundó el corazón de su poder, de su fortaleza para que tuvieran la valentía de salir y continuar con la misión que el Señor Jesús les había encomendado.
Por eso, si estás pasando por una situación difícil, no te rindas, ora y pide al Señor que envíe su Santo Espíritu para que te asiste y te muestre el camino, con la seguridad que saldrás adelante, para que al clarear de un nuevo día, puedas contar con la fuerza necesaria para enfrentarte a los problemas y luchar por tus propósitos.
Dilo en oración: ven Espíritu Santo, ven con tu fuego abrazador y quema todo cuanto me aleja de Dios, sopla un viento nuevo para mi vida; ven Espíritu de Dios y reaviva en mí el deseo de amarte, de servirte y de luchar a pesar de las dificultades por las que estoy pasando; ven Espíritu Santo y sacia mi corazón de tu amor y el de cada una de las personas con las que comparto, dame la gracias de cumplir la misión que me has encomendado así como lo hicieron los apóstoles después de tu grandioso pentecostés, Amén.
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