miércoles, 25 de febrero de 2015

"Todo comenzó"

Todo comenzó, para la Comunidad Eudista de Valmaría el pasado 2 de febrero de 2015, día de la Presentación del Señor. Cinco jóvenes aspirantes eudistas llegaron a nuestra casa entrada la tarde, para comenzar la experiencia del introductorio. Comenzaron con la celebración de la Eucaristía y luego un pequeño compartir y karaoke con los candidatos de filosofía. Por más de veinte días, padres, empleados, estudiantes han venido preparando el pasillo “Pedro Lacroix” o de economía como se conoce popularmente, para que los nuevos candidatos se sintieran a gusto.

Las actividades continuaron al segundo día con un retiro espiritual basado en las áreas de la formación
sacerdotal. Días después vino la inducción, matrícula, entrevistas y requerimientos propios del comienzo de estudios. Posteriormente el día 11 de febrero comenzaron las clases, donde actualmente colaboran algunos padres y profesores externos. Han recibido una acogida especial de parte de los Padres de la casa, estudiantes y empleados que les ha permitido ir poco a poco acoplándose al nuevo estilo de vida.

No cabe duda que, se percibe un ambiente de fraternidad, alegría y entusiasmo; importante para vivir una sana convivencia. El día empieza desde la aurora con la oración matutina. Tienen clase en la mañana y por la tarde practican el deporte. Con gusto colaboran en el aseo de la casa, arreglan su propia ropa y juntos toman los alimentos. En la tarde comparten la Eucaristía y finalizan con la oración de la noche. Son jóvenes muy “sardinitos” que han venido a vivir una experiencia maravillosa con el Señor. Son ellos Carlos Mario Ayala el angostureño, Juan David Mazo el itagüiseño, Felipe Ibáñez el cartagenero, Fabián Hidalgo el bellanita y César Herrera el villavicenciuno.


Han tenido la oportunidad de conocer algunos sitios religiosos de Bogotá como los santuarios del Señor de Monserrate y del Divino Niño en el 20 de julio. Sigamos orando por ellos, para que respondan con amor y generosidad al llamado de Dios, “¡Qué dulce y agradable es para los hermanos vivir juntos y en armonía!” (sal 133,1). Que Dios lleve a buen término lo que en estos viejos muros insignes ha comenzado.




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