El 8 de junio de 1899, muere a los 36 años la joven superiora de la comunidad de Oporto, Portugal. La hermana María del Divino Corazón se destaca por su deseo de poner en orden la vida de la comunidad, ella pone en orden las deudas de una empobrecida comunidad, mejora la calidad de vida de las niñas y mujeres como de las hermanas. Sin embargo, muchas veces su carácter como buena alemana, le trajo alguna incomprensión de parte de las hermanas, así lo escribe ella a su confesor Nuestro Señor me dijo que debía tener más bondad y dulzura con las Hermanas. Estando aún en Alemania Él me había dicho que, por mi conducta, yo debía hacer resplandecer su dulzura y su amabilidad en los corazones de los otros. Volviendo sobre lo mismo, últimamente me dijo el Señor, que debía ser como el sol que hace desaparecer las tinieblas, es decir, que debía irradiar la alegría y la paz en todas partes, de suerte que por mi presencia toda tristeza, pena desapareciera.
Esta joven hermana no escatima esfuerzos cuando se trata de acoger a alguna niña que necesite un lugar donde vivir; así mismo cuando se trata de escuchar a cualquier persona que necesita ser consolada o aconsejada. Empero no solo es una buena administradora ella posee una profunda e íntima experiencia con el Corazón de Jesús.
La hermana María del Divino Corazón en su relación con Jesús, entiende que ella debía ser toda compasión y misericordia con cada persona que ella trataba. Era una mujer comprometida con la misión del Buen Pastor, embebida de la espiritualidad de san Juan Eudes, por eso se siente consumida por el fuego del amor del Corazón de Jesús.
Antes de morir pide al Papa León XIII la consagración del género humano al Corazón de Jesús, en la
oración de consagración ella escribe:
"Amabilísimo Jesús, me consagro hoy de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón: te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus facultades y todo mi ser; mis pensamientos, palabras, obras y sufrimientos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías y principalmente te consagro mi pobre corazón, para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, oh Jesús, amabilísimo Esposo de mi alma el deseo que tengo de consolar tu Corazón y pertenecerte para siempre. Toma posesión de mí de tal manera que no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que la de sufrir y morir por Ti. En Ti deposito toda mi confianza, una confianza sin límites"
Beata María del Divino Corazón ayúdanos a escuchar la voz del Corazón del Buen Pastor y ser signo de su amor e instrumento de reconciliación.
Hna. Carolina Madariaga RBP.
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