Padre Carlos Alberto Castillo - La parábola del amigo importuno en la noche cuyo objetivo es encarecer la necesidad de la oración, persistente. Preguntémonos cómo es nuestra oración, la oración de cada uno, cómo dialogo con el maestro, porque debe quedar claro que Dios es el amigo que escucha, que está atento, que escucha desde dentro al inoportuno de afuera. Podemos confiar que Dios acabará escuchando más, que por nuestra constancia, porque es bueno; en Él no cabe la maldad, Él está atento a nuestras necesidades, por eso la eficacia y la necesidad de la oración vienen ilustradas por Jesús mediante tres comparaciones que constituyen un argumento, son tres peticiones de un niño que todo padre atiende cuando le pide pan, un pez o un huevo.
Si en nosotros que habita la maldad sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, cuánto más Dios, en donde no hay maldad ni dobles intenciones, puede dar el Espíritu Santo a quien se lo pide. Por eso, Lucas es el evangelista de la oración y Lucas, a diferencia de Mateo, sustituye el "dará cosas buenas" por "nos dará el Espíritu Santo" que es el don por excelencia, que contiene todas las bendiciones de Dios para nosotros con la filiación divina y la vida sin límites.
Pero me duele decir, y esta reflexión es para que tú y yo nos ubiquemos dónde estamos frente a la oración, porque hay diversas actitudes respecto de la oración y se dan tres:
1. El menosprecio.- Hay muchos seres humanos que menosprecian la oración y afirman no necesitarla: ¿para qué oro?, mire el mundo como está... mire cómo le va a los malvados, a los que nos son de Dios cómo progresan, cómo sus bienes aumentan. ¿Qué tanto tú y yo hemos menospreciado la oración y hemos caído en el mecanicismo de hacer las cosas por hacerlas. Por eso, la secularización y la increencia actual despiertan la sospecha de que la oración cristiana carece de significado o lleva a la alienación pietista; bastantes dicen no orar porque no sienten la necesidad de orar... yo oro cuando sienta ganas. Para otros la oración está de más porque es una actitud inútil, improductiva y dicen que es "propia de holgazanes". Porque dicen: "padre, el mundo no cambia, las cosas y las personas siguen exactamente iguales, ¿para qué orar?".
Porque buena parte de sus objeciones radican en un mal entendido inicial... la oración no es más que
para pedir cosas a Dios, ¡qué horror si andas por ahí! Entonces hemos convertido a Dios en un Dios bombero, y le pido a Dios para que me saque de las necesidades: "Señor que me gane el baloto, Señor que consiga trabajo, que la situación mía se me resuelva... Señor, Señor y Señor". Entonces, nos acostumbramos a pasar la lista de mercado para que Él despache. ¡Qué relación tan minimalista de lo que es la relación con Dios! Él no es un bombero al que se le piden cosas, al que se le pasa la lista de mercado para que me resuelva los problemas... Eso se llama ser parásitos. Y todo por un mal entendido inicial... perdónenme si hiero susceptibilidades pero tengo que desenmascarar actitudes contrarias a una buena relación con Dios.
Hay también una oración que es alabanza y es acción de gracias. Por ejemplo, la Eucaristía, oración cumbre del culto cristiano. Entonces invito a que nos preguntemos ¿estarán reñidos progreso humano y oración? ¿para qué oro si el progreso me lo da todo? El hombre actual cree haber encontrado en la técnica, en la medicina, la planificación y todo lo que se llama el sistema, la robótica, los congresos, los tratados, cree haberlo encontrado todo. es decir, para qué las rogativas, ¿para qué me dirijo a un Dios que no veo. Sin embargo, el hombre sigue siendo un ser limitado aunque él crea bastarse a sí mismo; el hombre es un ser indigente aunque piense tener el mundo y hasta el cosmos en sus manos. Tú y yo somos seres dependientes aunque nos embriaguemos en la soberbia y en la autonomía, tú y yo tenemos un vacío al que nada ni nadie consigue llenarnos, excepto Dios. Por mucho que progrese la humanidad, siempre serán el hombre y la mujer seres necesitados de encuentro personal con Dios : razones para vivir, para trabajar, para amar y esperar con hambre "superiores de justicia" y fraternidad, con nostalgia de los valores superiores que encarnan el Reino de Dios. La oración no está pasada de moda, es útil y necesaria, auqnue no fuera más que por los que tienen de catarsis o de purificación en el plano sicológico para toda persona religiosa o no, pero necesitada de paz y silencio , serenidad y revisión, conversión y diálogo, con un tú que responda satisfactoriamente al clamor de la llamada existencia. Entonces te pregunto, ¿eres de los que menosprecia la oración?
2. El descuido y el abandono.- Hay muchos que dicen "no tengo tiempo ni sé cómo hacerlo". Otros muchos, aún sin despreciar la oración y a pesar que el tiempo libre va en aumento dicen no tener tiempo para orar, o porque no saben cómo orar... ¿andas por ahí? en el afán de la vida, en el estrés, en el cansancio, en la rutina, que tus saltos en la vida no existen porque vas muy a prisa. El trabajo, la familia, el presente y futuro, la vida y su ritmo de afán, los problemas y las frustraciones, el estudio y la investigación, los viajes y el deporte no nos permiten tiempo de orar. Y por todo ello entonces, se dice: hay crisis de oración.
Entonces se abandonan las prácticas de piedad, la devoción, el ir a la eucaristía, la visita al Santísimo, la plegaria, el Viacrucis, se abandona todo, así como las fórmulas de oración: plegarias, salmos, el Rosario. Vemos que se ora poco o nada en familia; ya no se ora al sentarse a la mesa, al acostarse y al levantarse. Sin embargo, queridos hermanos, la oración no requiere un lujo de tiempo, ni es monopolio de contemplativos. Es más bien nuestra dimensión cristiana de profundidad, es la vuelta tonificante a nuestras propias raíces. En toda circunstancia hay un instante libre para comprobar la orientación de nuestra vida y hablar con Dios con oraciones propias del alma, con situaciones propias de nuestra realidad. Qué bueno decirle al Señor: "alegre la mañana Señor, todo te alaba, la flor te alaba, el paisaje, el firmamento te da gracias, y yo como ser inteligente tengo la capacidad de reconocer la belleza y la hermosura... gracias amado mío, gracias Padre mío porque me contemplas y me vas acompañando en la fatiga y en las alegrías. Tú eres el más importante. Cómo hemos descuidado el asombrarnos de la belleza de un Dios Creador que a cada instante piensa en Ti".
¿Saben cómo se llama eso? ¡Ser desagradecidos!
3. La estima ferviente.- Es la de aquellos que descubrimos continuamente el gozo, el valor y la espiritualidad de la oración cristiana, su necesidad y trascendencia para la vida de fe. Los que acudimos a la oración cultivamos una oración personal, comunitaria, en intimidad, en grupo, en el trabajo, en la soledad siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Cristo. Por eso, la oración es el tema frecuente en los Evangelios. Lucas constata la oración de Jesús a su Padre Dios en muchas ocasiones, y siempre en las más importantes. Miren a Jesús orando en las tentaciones del desierto, en el bautismo, en la transfiguración, suscitando el milagro, en Getsemaní y en la pasión: hombre de oración. Varias de las parábolas dichas por Él hace ver la necesidad y la eficacia de la oración.
Marcos, en el momento de la prueba, para no sucumbir a las tentaciones muestra a un Jesús orando. El Evangelio de Mateo recomienda Cristo nuestra oración en secreto al Padre y la plegaria común de los que se reúnen en su nombre. Igualmente Juan, en su discurso de despedida Cristo insiste en la oración de los que están unidos a Él y entre sí.
¿Cómo oras? ¿cuáles son tus plegarias? porque quienes entendieron de verdad el significado y la necesidad de la oración cristiana fueron los místicos y los santos como un San Alfonso María Ligorio, el llamado doctor de la oración que escribió obras admirables sobre el gran medio de la oración y el trato familiar con Dios. Santa Teresa de Ávila no se cansaba de hablar y de escribir sobre la oración y distinguía ella misma cuatro grados con su respectivo símil: meditación como agua de pozo para regar el huero de la vida. ¿Qué tanto meditas? ¿Cómo es tu meditación? ¿qué tanto riegas tu vida con la meditación? La quietud como agua de noria que supone menos trabajo, dice ella, el estar en el silencio, en el reposo interior en el encuentro con "mi misma mismisidad". ¿Qué tanta quietud haces en tu vida? o ¿andas con la bulla corporal, la bulla mental, la bulla psíquica?
La unión íntima con Él como agua de río o fuente, basta encausar el agua para encontrarnos con Él. ¡Qué hermoso ejemplo pone esta mujer. Y finalmente, habla del éxtasis como agua de lluvia en la que Dios lo hace todo, te empapa, te hace suyo. Estamos llamados a vivir este proceso.
Hermano, pregúntate: Cómo meditas, cuál es tu quietud, cómo te unes a Él y cómo vives tus éxtasis y gozos. No dudemos de nuestras plegarias y de nuestras oraciones, hay un Papá que conoce tu nombre, sabe de ti y tú eres importante para Él. Amén.
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