Hay una fuerte preocupación por parte de los padres de familia debido a una situación escabrosa que se
está viviendo en algunos colegios de la ciudad de Bogotá. Denuncias hechas por las mismas madres, en donde al parecer los estudiantes están haciendo uso de un juego semejante al de la tabla wouija. Charlie, Charlie o juego de los lápices, está haciendo de las suyas en niños y niñas que, “en su inocencia juegan con esta tabla que resulta muy peligrosa porque, al parecer, espíritus malignos poseen a los niños. No pueden dormir, se desesperan porque sienten que los están atacando y quedan con delirios de persecución”, entre otras cosas. Así lo han manifestado “En la movida de Manuel Salazar”, espacio informativo del medio día en la Emisora Minuto de Dios de Bogotá.
De acuerdo con un audio de una madre preocupada por el tema, advierte el cuidado que se debe tener con los estudiantes sobre este juego que ha causado furor en las redes sociales y que proviene de los Estados Unidos. La madre asegura, entre otros aspectos, que “en una hoja de papel ponen unos lápices a manera de cruz, 'invocando al espíritu de Charlie'. Los lápices se mueven”. El caso, según la mamá, se ha presentado en un colegio de Cali, pero, presuntamente ya ha habido manifestaciones en otras ciudades, entre ellas Bogotá. Continúa la denuncia que al invocar al espíritu, unos diez “muchachos” de dicho colegio, terminaron “endemoniados, niñas convulsionando, jóvenes persiguiendo sombras, unos gritan, otros lloran…”, necesitando, desde luego, la ayuda de guías espirituales para su liberación.
El padre Gonzalo Gómez, del Centro de Formación para la Nueva Evangelización de UNIMINUTO, advirtió el peligro que este juego está causando por la descomposición psicológica de la persona, social del hogar y de ahí, la descomposición en la educación. La curiosidad, el gusto o el deseo de conocer por parte de los jóvenes, son inherentes en ellos y no se dan cuenta del impacto real que eso causa, desarrollando “una descomposición, a mediano plazo, emocional y psicológicamente hablando”.
El peligro que se evidencia al invocar un espíritu, describe el sacerdote eudista, es que se tiene que dimensionar que “un espíritu es una fuerza superior, poderosa y un niño o un joven, estructuralmente no tiene la capacidad de discernir y de saber lo que quiere; pero esa energía o esa fuerza superior sí lo va a tomar, lo va a poseer y a dominar”. Señala que si se tuviera eso en cuenta, los adultos no permitirían que nadie lo hiciera, y se educaría a los jóvenes sobre las consecuencias que hay al hacer un ejercicio como éste que es altamente arriesgado.
El padre Gonzalo reafirma la similitud del juego con el de la tabla wouija, pues parte del mismo principio que consiste en “invocar espíritus a través de elementos materiales y entrar en comunicación con ellos para tener un trance y recibir ‘información del más allá’, teniendo contacto con seres que ya no viven”; algo que no es nada recomendable para nadie.
Cuando los niños deciden jugar con algo así es comprensible porque su curiosidad hace parte de la psicología infantil, que es inocente, pero “en esa inocencia, entran en una esfera que los puede poner en contravía de lo que pudiera ser bueno. Juega la imaginación que genera sensaciones que los hace pasar a la curiosidad y experimentar más sin dimensionar el gran riesgo que corren”, explica el sacerdote.
El padre Gonzalo hace un llamado importante para que los niños no sigan practicando algo como esto y, en primera medida, aconseja que se deben educar “en el correcto uso de las herramientas que se tienen a través del internet, de la información y en la misma educación, para que sepan que no todo lo que se escucha o se ve es válido”. Expone que es necesario crear unas dinámicas no de negación ante la realidad sino a enseñarles a discernir, ya sea desde la escuela como en el hogar, pues “a pesar de su corta edad pueden saber qué es el bien y el mal y así evitarse situaciones que les pueda traer dificultades posteriores”.
También invita para que aquellos niños o jóvenes que se encuentren afectados sean llevados por su padres a un sacerdote de su parroquia o comunidad para que se les haga oración y a través de ella se vaya rompiendo esa cadena invisible que se va creando. Alerta que no se rompe únicamente con abandonar el juego, sino que “se acaba en el momento en que se desvincule y eso se hace con la oración mediante un ejercicio de espiritualidad para poder poner a la persona en una situación normal y natural”. En caso de que no se acuda por cuestiones de fe a un sacerdote católico, es importante ir a personas buenas que no tengan ninguna intención negativa para que ayuden a regresar al afectado a su estado habitual.
Aunque el juego Charlie, Charlie, presuntamente sea una estrategia de la Warner para promocionar su película "La Horca", es importante crear conciencia de las posibles consecuencias que dañan el espíritu de una persona, especialmente la de alguien joven o infante, pues el mal ataca desde cualquier lugar y utiliza los medios a su alcance. No sobra estar alerta y trabajar en el fortalecimiento espiritual y la fe, desde las familias y la educación.
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