miércoles, 28 de enero de 2015

Diez años después

Permítanme compartir con ustedes una breve reflexión personal sobre mi decisión de responder a la invitación que recibí hace 10 años para ir a las Filipinas. Fue en 2005 que Raymond Vaillancourt me propuso ir a la nueva misión de los Eudistas en Filipinas. (Llegué en Mayo de 2006.) Debo confesar que tuve gran vacilación personal en aceptar esta invitación. Me resultaba difícil pensar en ir a una tierra lejana que yo no conocía. Yo estaba preocupado por dejar a mis amigos y familia. También me preguntaba qué pasaría con los proyectos en los que ya estaba involucrado en los Estados Unidos. Siempre es difícil moverse hacia lo desconocido, pero esto significaba transladarse 8.000 millas! Como Jeremías y los otros profetas, busqué todas las razones posibles para decir "¿por qué yo?"

Diez años después, puedo decir sin ninguna duda que fue la gracia de Dios que me permitió decir "sí". Mis propios temores y vacilaciones se encontraron con aquel estribillo bíblico: ". No tengas miedo" Al confiar en la dirección que Dios establecería, he encontrado alegría y satisfacción en esta retante obra eudista. He sido capaz de usar los dones que Dios me ha dado para participar en nuevas áreas de formación y evangelización que nunca anticipé. Mis experiencias anteriores en el ministerio me proporcionaron una base sólida para el ministerio en este nuevo contexto. Mis nuevas experiencias en Filipinas me han ayudado a crecer y me desafian a descubrir nuevos dones y a confiar en el Señor aún más.

Una de mis observaciones cuando miro hacia atrás en mi discernimiento hace 10 años es que a menudo es
necesario dejar de lado las cosas a las que nos aferramos si vamos a seguir adelante. Es como el trapecista en el circo. Tiene que dejar de lado una barra para poder llegar a agarrar la otra barra. Tiene que dejar de lado el familiar con el fin de descubrir algo nuevo. Ahora veo que mis vacilaciones de hace 10 años podrían haberme impedido experimentar un nuevo y rico ministerio entre este pueblo fiel y alegre. Por la gracia de Dios, como Abraham, cogí mi tienda y le he permitido al Señor guiarme hacia una nueva tierra. A lo largo de estos años he sentido la guía del Señor. Como reza la placa en mi habitación: "Yo no sé lo que depara el futuro, pero sé quién es el que sostiene el futuro."

Duc in Altum. Me alegro de haber escuchado el llamado del Señor para entrar en aguas profundas inexploradas. He encontrado paz y satisfacción plantando las semillas de una nueva fundación de los Eudistas en Asia. Animo a cualquiera que pudiera estar leyendo este articulo para que confíe también en la guía del Señor. No tengas miedo de alzar tu tienda de campaña y moverte. Mi experiencia es que el Señor que me llamó a este ministerio en Filipinas nunca me ha dejado. Estoy seguro de que será tu experiencia también.

Ron Bagley, cjm



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