miércoles, 5 de marzo de 2014

Un Modelo de Oración Eudista

Por: Mauricio Gabriel Pareja Bayter

En la obra que tenemos de referencia (Vida y Reino), San Juan Eudes nos deja ver lo que bien podríamos llamar un modelo o estructura esencial de la oración del cristiano...

Dicha estructura tiene su lógica y su fundamento en la “psicología del encuentro con Dios”, encuentro que es tipificado por el Santo Francés como un diálogo amoroso entre Dios (que se revela) y el hombre que lo llega a descubrir y reconocer y en virtud a ello “responde”.

Pero es importante recordar que el cristiano opera (antes, en y después de la oración) como “otro Cristo”, es decir, no se trata de orar imitando a Cristo ni de orar como manipulados o suplantados por él. La oración del cristiano es un verdadero acto de encarnación de Cristo en la Vida del Creyente y del Creyente en la vida de Cristo. La espiritualidad cristiana, desde la perspectiva eudista, ya lo dijimos y lo volvemos a repetir, no es una espiritualidad de imitación, ni de suplantación, es una espiritualidad de encarnación que tiene su fundamento en el bautismo, de modo que el cristiano ha sido constituido, ha sido hecho: “hijo en el Hijo”, y con eso ya vamos entrando a otro de los aspectos esenciales y diferenciadores de la espiritualidad cristiana vista desde la perspectiva eudista, se trata por así decirlo, de una espiritualidad bautismal, se ora como hijo de Dios, no aparentando o fingiendo ser un hijo de Dios. Me parece que ahí estamos diciendo algo muy importante y que se ignora inmisericordemente con graves consecuencias para la vida de muchos hombres y mujeres, solteros, casados, separados o viudos: En el bautismo se da una verdadera transustanciación por medio de la cual se transforma al que ha sido bautizado en otro Cristo (1 Cor. 12, 12 – 27). Es tan delicado este asunto, que en últimas tenemos que afirmar que la vida del cristiano debería ser en consecuencia la vida de un “transustanciado”, esto es, la vida de “otro hijo de Dios” sobre la tierra, yo sé que le hemos dado mucha importancia (porque en verdad la tiene) a la transustanciación eucarística, pero se nos ha olvidado la transustanciación bautismal que nos convierte automáticamente, por la acción del Espíritu Santo que se ha derramado sobre nosotros, de simples criaturas de Dios a hijos de Dios. Ignorar eso le pareció tan peligroso y delicado a San Juan Eudes que lo llevó a desarrollar una particular catequesis bautismal en un libro titulado: La Alianza del Hombre con Dios.

Resumiendo podemos decir que la espiritualidad cristiana es una espiritualidad de encarnación del Verbo, el Hijo de Dios en el cristiano (y por eso precisamente lleva ese nombre: cristiano) a partir del acto re-creador del bautismo. Por el bautismo hemos sido hecho nueva creatura, hemos sido renovados en Cristo, por tal razón la oración se puede entender, como el encuentro de Cristo con su Padre en el Cristiano, de tal manera que la metodología de la oración eudista no es más que la descripción de cómo Cristo se encuentra amorosamente con su Padre, por lo cual no hay más método que el método del amor, quedando expresado en estas palabras del Santo Francés: “En la oración, contemplamos a Dios (Cristo contempla al Padre en nosotros) en sus perfecciones, misterios y obras; lo adoramos, lo bendecimos, lo amamos y glorificamos (es la re-acción de Cristo a tal contemplación); nos entregamos a él, nos humillamos por nuestros pecados e ingratitudes y pedimos su misericordia (Es la pro-acción del cristiano que se descubre aún distante de ser “otro Cristo”); tratamos de asemejarnos a él por la contemplación de sus virtudes y perfecciones (Juan 14, 9). Finalmente le pedimos lo necesario para amarlo y servirlo” (Vida y Reino. Obras Escogidas Página 150).

Recapitulando lo dicho en este último segmento podemos identificar en nuestro estudio tres momentos importantes de la oración cristiana según San Juan Eudes:

1. Un momento CONTEMPLATIVO o de primer impacto: Dios se revela por hechos y por palabras intrínsecamente unidos (Concilio Vaticano II. Dv. 2) en sus perfecciones, misterios y obras.

2. Un momento REACTIVO: ante el estímulo se genera una respuesta primaria de carácter espontáneo marcada por el asombro, la admiración y maravilla que Juan Eudes describe con estas cuatro palabras: adoración, bendición, amor y glorificación.

3. Un poco más decantado es el tercer momento que podemos llamar momento PROACTIVO por medio del cual el orante se entrega a Dios, se humilla por sus pecados e ingratitudes y pide misericordia, para finalizar en un estilo de vida coherente con todo lo anterior (Tratamos de asemejarnos a él por la contemplación de sus virtudes y perfecciones) y por eso se termina pidiendo el auxilio de Dios para lograr ese propósito conscientes de nuestra propia fragilidad.

Como orantes cristianos, es oportuno entonces que nos vayamos preguntando qué tan conscientes somos de nuestra condición de hijos de Dios (de ser otro Cristo sobre la tierra), y que tan contemplativos, reactivos y proactivos somos en nuestra forma de orar al Padre Dios.


Fuente principal: elmanestavivo.com...

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