jueves, 20 de marzo de 2014

Segunda forma de hacer Oración: La Oración Vocal


Por: Mauricio Gabriel Pareja Bayter

Nos enseña San Juan Eudes que la oración vocal es la que se hace “cuando hablamos oralmente a Dios” (Obras Escogidas Página 156)...

El diccionario define desde la fonética la palabra “Vocal” como un monoptongo, se trata de “un sonido de una lengua natural hablada que se pronuncia con el tracto vocal abierto, no habiendo un aumento de la presión del aire en ningún punto más arriba de la glotis”, en este sentido podemos decir que si la primera forma de oración se hace con la mente (oración mental), la segunda forma de oración (la oración vocal) se hace con la boca, en voz alta, de modo que pueda ser audible a todos los que estén cerca o lejos dependiendo de la fuerza con que se haga. “Es casi tan útil como la anterior (la mental) si el corazón y el espíritu acompañan nuestra lengua cuando hablamos a Dios” (Op. Cit.), porque si se hace bien hecha, la oración vocal termina siendo tanto oración con la mente (mental) como con la boca (vocal). En cambio si la mente va por un lado y la boca va por otra y haces la oración por simple rutina o por salir del paso, sin poner atención, “saldrás de la presencia de Dios más disipado, frío y cobarde en tu amor que antes de ella” (Opc. Cit.), es decir, que una oración mal hecha, en lugar de ayudar, lo que hace es empeorar a la persona. Por eso, el consejo que nos da el santo francés, es que “fuera de tus oraciones de obligación procura hacer más bien pocas y que te acostumbres a hacerlas bien” (Op. Cit.). ¿Qué significa hacer bien una oración vocal?
  1. Hacerla con mucha atención.
  2. Hacerla aplicada (dirigida) a Dios.
  3. Manteniendo el espíritu y el corazón ocupados en santos pensamientos y afectos mientras la lengua habla.
Estas recomendaciones específicas de la oración vocal deben ser complementadas con la principal recomendación que él nos da: “Acuérdate que debes continuar la oración de Jesucristo en la Tierra” (Obras Escogidas Página 157). ¿Qué significa esto?

  1. Qué debemos entregarnos a él.
  2. Que debemos unirnos al amor, la humildad, la pureza y santidad, y a la atención perfecta con que él oraba.
  3. Que debemos suplicarle que nos comunique sus santas disposiciones e intenciones.
La oración vocal puede ser también un ejercicio anticipatorio de nuestro destino final: el cielo. “Puedes también ofrecer tu oración a Dios uniéndote a las oraciones que han hecho y harán continuamente en el cielo y en la tierra, la santa Virgen, los santos de la tierra y del cielo y con sus misma disposiciones de amor, devoción y atención” (Op. Cit.). Por ejemplo, podemos hacer la oración de María que aparece en la Biblia y que conocemos con el nombre de “El Magníficat”, o podemos hacer oración con la “Oración de la Paz” atribuida a San Francisco de Asís, o podemos hacer oración con el canto celestial de apocalipsis (Por ejemplo: Ap. 4, 8).

Para Juan Eudes es de mucha importancia que en este modo particular de oración, el creyente mantenga viva la actitud de confianza (fe) y obediencia (obediencia de la fe) que debe caracterizar a todo cristiano como alguien en el que la vida y obra de Jesús ha de ser “continuada y completada”, por eso insiste en estas tres palabras, como palabras con las que debemos medir nuestra actitud de oración:

  1. Amor a Dios.
  2. Entrega total a Dios (Devoción)
  3. Atención a Dios.
Esto que hemos dicho de la oración vocal nos recuerda que para progresar en ella debemos mantenernos firmes en estas otras tres palabras:

  1. Concentración.
  2. Disciplina.
  3. Perseverancia.
El orante que práctica bien la oración va madurando su espiritualidad y esto se ha de ver reflejado en un mayor nivel de coherencia entre la fe y la vida, coherencia que se manifestará públicamente en un saludable estilo de vida en el que la persona será visiblemente un individuo más concentrado, disciplinado y perseverante en su fe y en su comunión con Dios.

Para finalizar el estudio de ésta segunda forma de oración que nos recomienda San Juan Eudes, valdría la pena que nos preguntáramos: ¿Es nuestra oración vocal una oración amorosa, devota y atenta? ¿Somos creyentes concentrados en Dios, disciplinados en su obediencia, perseverantes en su seguimiento?


Fuente principal: elmanestavivo.com...

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