! Qué interesante hemos dado inicio al tiempo de cuaresma ¡
¿Saben? No dejo de pensar en el carácter rutinario de esta celebración: “Otra vez hemos comenzamos el tiempo de cuaresma. Otra vez ayuno, otra vez rezar, otra vez hacer penitencia y confesarse. Otra vez ponerse la ceniza.. Otra vez y Otra vez…”. Es posible que éstas ideas hayan pasado por nuestra mente y corazón, es posible que ya las hayamos expresado abiertamente, ó, sencillamente, puede ser que yo me esté proyectando en ustedes (todo es posible). Con todo, me parece que de fondo lo que se está poniendo en evidencia es la manera de vivir este tiempo. Sobre esto quiero compartir con ustedes lo siguiente:
Las lecturas propias de la liturgia del Miércoles de Ceniza (cfr con el profeta Joel, con San Pablo en 1 Corintios y en el evangelio de Mateo (6, 1-18)) llaman la atención en relación a la intención del corazón. Es decir, el asunto no es de un individuo que obra o actúa para impresionar a un dios que todo lo ve desde fuera del hombre, sino de una persona convencida que su “hacer” parte de una forma diferente de concebir a Dios: la raíz de la relación surge en lo más íntimo del corazón humano, esto es, en su conciencia. Para ilustrarlo les pido que recuerden que el evangelista Mateo, en esta enseñanza nueva (nueva ley) que está siendo impartida por el propio Jesús desde la Montaña, compara la justicia (obrar) que se realiza para ser visto por lo hombres con aquella justicia que es vista por Dios Padre “quien ve en lo secreto”. De esta manera, y esto es muy importante, se puede comprender que el cristianismo es religión y no una ética. Es religión porque reconoce que se fundamenta en la relación íntima que se origina o parte de la iniciativa de Dios Padre (y Madre) hacia nosotros quienes somos sus destinatario y cultivadores de esta gracia.
Así, creo, este tiempo de cuaresma es una invitación a tomar conciencia de nuestra particular forma de
cultivar esa relación con Dios. Es un volver sobre nosotras y nosotros mismos, un meditar y un reflexionar. Un reconocer que esta vida es todo un proceso de gestación que dura “40 semana”, así como en promedio dura gestando una madre a su bebé. De hecho, creo que el número “40″ bíblico ha sido tomado de este ciclo biológico de gestación !Qué interesante ¿verdad?! Cuaresma es un tiempo donde reconocemos que somos gestados por Dios, por pura gracia, siendo regenerados hacia una nueva comprensión que es la del amor, la de la vida, la de la reconciliación. Todo esto deriva en la apuesta al ya mencionado proyecto de Dios-Padre revelado en su Hijo conocido como “Reino de Dios”. Siendo este el proyecto que denuncia un ‘orden’ terriblemente injusto, desigual, violento, egoísta y excluyente, en una palabra deshumanizante. Y también el proyecto que anuncia la esperanza de un orden cuya cultura es la fraternidad y la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y el cuidado del otro por la fuerza del Espíritu de Dios.
Por tanto, dejarse “Imponer la Ceniza” es reconocer que se trabajará en la formación de la conciencia en perspectiva de gestación para cultivar la relación de interioridad con el Señor de la Vida a través de la oración (el cordón umbilical). Esto implicará, seguramente, verse como protagonista (en una comunidad de fe) de una praxis transformadora de su entorno: será motivado, en esperanza, a ser constructor del reino de la justicia, del perdón, de la solidaridad y fraternidad. Será promotor de paz en la dinámica del amor, amor. Esto es, vivirá el bautismo con la certeza que Jesús de Nazaret, el Cristo de nuestra fe, ha sido el principal protagonista de todo esto bajo el reconocimiento de Dios Padre.
Invoquemos con mayor razón durante este tiempo la presencia del Espíritu de la Vida que movió a Jesús a ser el verdadero Hijo. !Oh, la Cruz, máxima expresión del Amor, Amor de Dios!
Quien les ama….
René Rey, cjm
No hay comentarios:
Publicar un comentario