martes, 27 de agosto de 2013

Aviso de Fallecimiento P. JOSE ANTONIO ZULUAGA GONZÁLEZ, cjm

Hoy 26 de agosto de 2013, a las 4:00 de la madrugada, falleció el P. Antonio Zuluaga, a la edad de 84 años
y seis meses en la Clínica León XIII de Medellín. Había sido hospitalizado el pasado viernes debido a un accidente que sufrió cuando tomaba un bus en el centro de la ciudad para regresar a la residencia san Miguel. Aunque los médicos le habían diagnosticado un cáncer de pulmón que ya le estaba haciendo metástasis, su rápido deceso se produjo al parecer como consecuencia de un derrame en el cerebro debido al fuerte golpe que sufrió en dicho accidente.

Sus exequias se realizarán mañana martes 27 de agosto, fiesta de santa Mónica, a las 9:00 a.m. en la parroquia san Miguel Arcángel de Medellín. Luego será sepultado en el cementerio de san Pedro de la ciudad de Medellín. El P. Antonio será velado desde esta misma tarde en la capilla de la residencia eudista en san Miguel.

El P. Antonio Zuluaga nació Yolombó (Antioquia) el 13 de febrero de 1929 en el seno de una familia numerosa compuesta por sus padres Antonio y María. Era el noveno de doce hermanos. Su hermano mayor, el P. Rafael Antonio, fue sacerdote de la diócesis de Santa Rosa de Osos. En la actualidad le sobreviven tres hermanas: Margarita Inés, religiosa de la Presentación, Raquel, perteneciente al Instituto de las Fieles Siervas de Jesús y su hermana Lilian, casada. El P. Antonio se sintió muy unido y orgulloso de su familia y sus numerosos sobrinos. Realizó sus estudios de primaria en Yolombó y la secundaria en el Juniorato san Juan Eudes de San Pedro (Ant). Inició su probación el 7 de febrero de 1945 y se incorporó a la Congregación el 19 de agosto de 1949. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en Valmaría. Siendo seminarista ejerció la experiencia de magisterio en el seminario Kermaría de La Grita (Estado Táchira, Venezuela) entre 1948 y 1949. Fue ordenado presbítero el 7 de septiembre de 1952 en la capilla Cristo Sacerdote de Valmaría.

Después de su ordenación comenzó su ministerio eudista como formador en el seminario de San Cristóbal (Venezuela), pero pocos meses después fue enviado nuevamente a La Grita como profesor y ecónomo (1952-1954). Durante el año 1954 colabora como profesor en el seminario de Caracas y luego es enviado como profesor al seminario mayor de Cali (1955-1956). Los dos años siguientes (1956 y 1957) regresa como prefecto al seminario menor de Caracas y termina su ciclo de servicio en Venezuela. El año 1958 se desempeña como profesor en el seminario de Cartagena; al terminar este año es enviado nuevamente a Cali como prefecto del seminario mayor hasta septiembre de 1961 y de octubre a diciembre del mismo año colaboró como profesor en el seminario de Pasto. Entre 1962 a 1964 es trasladado al seminario de Santa Rosa de Osos. Luego fue enviado a realizar estudios de especialización en Roma durante los años 1964 y 1965 en la Universidad Gregoriana. Al regresar, fue enviado por algunos meses como profesor al seminario de Cali pero entre 1966 y 1967 lo encontramos nuevamente como profesor y director espiritual en el seminario mayor de Santa Rosa de Osos. El año 1968 colabora en la parroquia de Las Angustias y obtiene el título de Licenciado en Teología en la Universidad Javeriana de Bogotá. Al terminar este año regresa nuevamente como profesor al seminario de Cali por dos años. Entre 1971 y 1972 sigue cursos simultáneamente en la Gregoriana y en la Academia san Alfonso de Roma donde obtiene el título de doctor en Teología Moral (1972). Como le oímos decir de sus propios labios era “Doctor in utroque”. Al regresar a Colombia reside en Valmaría y colabora como profesor en la Universidad Javeriana (1973).

A partir de 1974 se instala en la casa de la comunidad en Santa Mónica de Cali y allí permanece de forma ininterrumpida durante 30 años. Durante este largo período ejerce varios servicios en universidades de la ciudad y en la arquidiócesis de Cali. En primer lugar colaboró en el programa de formación de vocaciones adultas “Operación 72” y luego se vinculó como profesor en la Universidad san Buenaventura. En 1975 comenzó estudios en la Universidad del Valle donde obtuvo el título en Derecho Civil y con la Universidad de san Buenaventura de Cali obtuvo el título de Doctor en Derecho y Ciencias Políticas (1979). Entre 1980 y 1987 trabajó en el Tribunal Eclesiástico Regional de Cali. Al conseguir su retiro ejerció el derecho en forma particular, colaboró en la redacción de la historia del seminario y de la arquidiócesis de Cali. Fue miembro de la Academia de Historia del Valle. Escribió numerosos artículos para revistas especializadas de Cali y Medellín. En junio de 2004 cuando recibió del provincial la obediencia de pasar a la residencia eudista de san Miguel en Medellín por motivos de salud, no fue fácil para él desarraigarse de aquella ciudad donde había forjado tantas amistades y contaba con aprecio de muchas personas de la sociedad caleña.

En la residencia de san Miguel fue acogido con gran fraternidad. Aunque de vez en cuando viajaba para visitar sus amistades en Cali. Se adaptó a su nueva residencia en la ciudad de Medellín donde vivían también sus hermanas y sobrinos, poco a poco se forjó nuevas amistades, abrió un campo de apostolado en el sector del Poblado que acompañaba regularmente. Con frecuencia repetía sentirse muy feliz y apreciado por sus hermanos de san Miguel. En los momentos de encuentro de la comunidad en el comedor buscaba llamar la atención y ser el centro de conversación de los demás. Nunca pasaba inadvertido. Se mostraba paciente y tolerante con los comentarios y bromas que los hermanos le hacían. Ciertamente el P. Antonio era un hombre inteligente, con espíritu crítico, le gustaba retar a los demás en temas académicos, se preciaba de sus títulos obtenidos, del servicio docente ejercido en universidades, de la categoría y calidad de sus alumnos y de las amistades que lo rodearon. Poseía un gran espíritu de admiración, amante del arte, la literatura y la buena música. Ocupaba parte de su jornada a escribir sus pensamientos y reflexiones en su clásica máquina de escribir eléctrica ubicada en un pequeño escritorio a la entrada de su habitación. Poseía una buena biblioteca personal y una valiosa colección de libros y videos de arte. No tenía complejo en decir que se consideraba un aventajado intelectual y un incomprendido por lo que él llamaba “sus ideas avanzadas”.

Ciertamente los hermanos de la comunidad de san Miguel y los jóvenes del Teologado san Juan Eudes van a extrañar al “Doctor Zuluaga” como cariñosamente se le llamaba, por su espíritu jovial, su estilo particular y original, su capacidad para cuestionar, su perspicacia, su malicia y su buen sentido del humor.

En nombre de la provincia expresamos nuestras sentidas condolencias a toda querida familia con la solidaridad de nuestra oración. Como lo prescriben nuestras Constituciones, “los presbíteros eudistas celebramos por él dos misas, y los demás participan en la Eucaristía por la misma intención” (Const 46 y RP 46.1).

Bogotá, agosto 26 de 2013.

Gustavo Londoño, cjm 
Superior provincial


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