En el año 2011, gracias a la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) de Madrid, descubrí la comunidad eudista y comencé a desarrollar un vínculo especial con la Provincia de Venezuela. En el 2013, realicé mi primer viaje a este país con motivo del Festival Eudista que organizan cada dos años. En el verano de 2014 regresé para participar en una misión de evangelización y finalmente también estuve allí en el pasado mes de agosto.
Inicialmente, hice planes para ir nuevamente este año a participar de una misión de evangelización, pues la primera experiencia me marcó profundamente. Me decidí, entonces finalmente, extender mi estadía y descubrir muchos lugares en los que nunca había estado. Aterricé en Caracas, donde me alojé principalmente en la Parroquia San Juan Eudes, aunque viajé mucho por todo el país. Entre estas salidas, visite la parroquia eudista de Temblador, así como a las Hermanas del Buen Pastor de la Colonia Tovar.
La misión evangelizadora se iba a realizar inicialmente en la parroquia eudista de Mérida, en el occidente del país, pero fue cancelada recién llegué debido a la inseguridad y a la inestabilidad política que actualmente reinan en el país. De hecho, llegué el fin de semana a Caracas cuando se llevó a cabo la votación para el cambio de Constitución: esta votación causó muchos enfrentamientos, manifestaciones, bloqueos de carreteras y otras situaciones en varias ciudades del país, lo que hizo que se paralizara el tráfico y que el desplazamiento de un lugar a otro fuera prácticamente imposible.
Como resultado de todo esto, fue difícil que mantuviéramos lo que inicialmente habíamos planeado, porque teníamos que adaptarnos con frecuencia a la realidad de la vida cotidiana. Actualmente la situación económica es tal que los principales productos y servicios básicos son extremadamente caros en las ciudades y más cuando se sale de las zonas urbanas. Y cuando hay cosas inesperadas como problemas con el agua o con la electricidad, ¡tienes que saber cómo administrar, adaptarte y ser creativo! Eso fue lo que nos sucedió en las montañas de Colonia Tovar, donde visitábamos a las Hermanas del Buen Pastor. Como nuestra misión en Mérida fue cancelada, preparamos una breve misión de evangelización allí. En esta área no hay señal de teléfono, por lo que es necesario ir a la ciudad más cercana para recibir o hacer llamadas, lo que hizo el viaje bastante agitado. Además, la noche anterior a nuestra llegada, cayó un fuerte aguacero que derribó un poste eléctrico que privó de electricidad a toda la región.
De esta manera llegamos donde las Hermanas, quienes estaban motivadas, allí no había agua caliente, electricidad, internet, señal de teléfono y por el momento la ducha no estaba disponible por daños momentáneos. Allí nos quedamos dos días completos para vivir como en el siglo XVIII: iluminados por velas, calentar el agua en cacerolas y alimentados gracias a la generosidad de los habitantes de los alrededores. La electricidad regresó, pero puedo asegurar que la participación en este tipo de misiones, hace relativizar la noción de confort. Con esta experiencia mi viaje finalizó.
Esperaba una misión similar a la del 2014 pero no fue así. Sin embargo, me habían advertido: "Verás, Lulu, aunque el objetivo sea la evangelización, cada misión es diferente, única y particular." No creí nada pero al final vi que era así. Los recursos se agotan en Venezuela , las condiciones de vida son difíciles, la inseguridad y la corrupción aún son omnipresentes, pero los venezolanos siguen muy apegados a su país. Rezan todos los días para que la situación mejore. Están llenos de fe, alegría y una esperanza que parece inquebrantable e inagotable. Están llenos de Dios, se siente y se vuelve a sentir, se nota. Tomé el "impacto espiritual" que quería al estar allí y esto me hizo mucho bien.
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Lucie Tassel
Fotos: Jormin Fermín Peche (Facebook)
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