jueves, 22 de septiembre de 2016

Oración Eudista compartida del 19 de septiembre de 2016

Hermanos, en este año de misericordia y más particularmente en este mes cuando damos gracias a Dios por la Canonización de Madre Teresa de Calcuta, rogamos con nuestro Santo patrón San Juan-Eudes.

Canto: (a elección)

Texto bíblico: (1 Corintios 13 versículos 3 - 8)

Aunque distribuyera todos mis bienes a los hambrientos, aunque entregara mi cuerpo a las llamas, si me falta el amor, no gano allí nada. El amor tiene paciencia, el amor presta servicio, no envidia, no aparenta, ni se hincha de orgullo, no hace nada feo, no busca su interés, no se irrita, no mantiene rencor, él no se regocija de la injusticia sino encuentra su alegría en la verdad. Excusa todo, cree todo, espera todo, aguanta todo. El Amor jamás desaparece. ¿Las profecías? Serán abolidas. ¿Las lenguas? Se acabarán. ¿El conocimiento? Será abolida.

Texto de San Juan-Eudes:

El Corazón de Maria, lleno de amor para Dios y de caridad para nosotros
SAN JUAN EUDES, CORAZÓN ADMIRABLE,
(Libro 9, ch. 4, Libro 11, Ch. 2; OC. 7, 461-462; 8, 114-122. 139-140)

María no amó jamás nada fuera de Dios y lo que Dios quiso que amara en él y por él.
Entre las festividades de la Virgen María, la de su Corazón es como el corazón y la reina de las demás, porque celebra la sede del amor y de la caridad. El objeto de esta solemnidad es el Corazón de la hija única y amadísima del Padre eterno, el corazón de la Madre de Dios, de la Esposa del Espíritu Santo, de la madre amorosísima de todos los fieles. Es un Corazón encendido de amor a Dios y de
caridad por nosotros.
El Corazón de María es todo amor por Dios. Porque nunca ha amado nada fuera de Dios y lo que Dios quiso que amara en él y por él. Porque lo ha amado siempre con todo su corazón, con toda su alma, y con todas sus fuerzas. Porque no solamente ha querido siempre lo que Dios quería, sino que ha puesto en ello su gozo y felicidad.

El Corazón de María es todo amor por nosotros. Ella nos ama con el mismo amor con que ama a Dios porque es a él a quien mira y ama en nosotros. Nos ama con el mismo amor con que ama al Hombre Dios porque sabe que Cristo es nuestra Cabeza y nosotros sus miembros y por lo mismo somos una sola cosa con él. Por eso nos mira y ama en cierta manera como a su Hijo y como a hijos propios. Llevamos esta gloriosa condición por dos razones: porque si es madre de la Cabeza lo es de sus miembros y porque nuestro Salvador, en la cruz, nos entregó a su madre en calidad de hijos. Jesús nos la ha dado no sólo por reina y soberana, sino en calidad de madre, que es la más ventajosa que podemos imaginar. A cada uno de nosotros repite lo que dijo a san Juan: Esta es tu madre. Y Jesús nos entrega a ella no sólo como servidores y esclavos, sino en calidad de hijos: He aquí a tu hijo, le dice, hablando de cada uno de nosotros en la persona del apóstol amado. Como si le dijera: «Estos son todos mis miembros que te entrego para que sean tus hijos. Los pongo en mi lugar para que los mires, y ames como a mí mismo y como yo los amo». Oh, Madre de Jesús: tú nos cuidas y nos amas como a tus hijos y como a hermanos de tu Hijo y nos amas y amarás eternamente con el mismo amor de madre con que lo amas a él.

Por eso, querido hermano, en todos tus asuntos, necesidades, perplejidades y aflicciones, acude al Corazón de nuestra amorosa madre. Es un Corazón que vela sobre nosotros y nuestros intereses. Es un Corazón tan lleno de bondad, dulzura, misericordia y liberalidad que nadie ha acudido a él con humildad y confianza sin recibir sus consuelos. Es un Corazón generoso, fuerte y poderoso para combatir a nuestros enemigos, para alejar y destruir todo lo que nos perjudica, para alcanzar de Dios lo que pide y colmarnos de toda clase de bienes.

Tiempo de meditación silenciosa

Oración con San Juan-Eudes:
AMAR CON EL CORAZÓN DE JESÚS
"Amar a Dios, amar al prójimo, Es sólo un único Amor."

¡Oh Jesús, tu nos amas tanto que es locura amar como nos amas!
Tu nos amas con todo tu corazón, con todo tu ser.
Tú eres AMOR.
Tu amor es desmedidamente.
Prefieres nuestros intereses que los tuyos.
Tú vida, tu tiempo,
todo lo que eres y todo lo que tienes,
lo das para nosotros.
Tú te sometiste al sufrimiento y a la muerte
para llevarnos a la felicidad.
Tu nos pides tener sólo un corazón
con nuestro prójimo cualquiera que sea.
Cada uno, para ti, sobre todo el más pequeño,
es una parte de ti mismo, un miembro de tu cuerpo.
Tú nos demandas amor
del mismo corazón y del mismo amor
del que te amamos, tú nuestro Dios.
Me entrego a ti,
miro al otro como lo miras,
siendo sacado de tu corazón;
que lo ame como tú lo amas.
Incansablemente, sostenme.

A partir de un texto de santo Jean Eudes: O.C. I, p. 257-260

Oremos:

Dios nuestro padre, tú que escogiste a santa Teresa de Calcuta para ser nuestro modelo de santidad, concédenos llevar siempre su sonrisa en nuestro corazón y de ofrecerle a aquellos a los que encontramos sobre nuestro camino, sobre todo a los que sufren. Abramos así horizonte de alegría y de esperanza a tantas personas desanimadas, que necesita tanto comprensión como ternura.





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