miércoles, 11 de diciembre de 2013

La Encarnación

Desde el principio de la Historia de la Salvación el creyente se encuentra con el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, pero esto no sucede sin antes remontarnos a su principio, como dice San Juan en su Evangelio: En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios, el cual esta misma Palabra, según el tiempo señalado por medio del Espíritu Santo se encarna, donde el Verbo asume la naturaleza humana sin confusión y sin cambio, sin división, sin separación
haciéndose uno con la Santa Virgen a través del anuncio del ángel Gabriel, y así iniciar lo que más tarde será la salvación de la humanidad entera.

“Siguiendo a los a los Santos Padres, enseñamos todos concordemente que ha de confesarse uno sólo y mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, de alma racional y cuerpo, consustancial al Padre según la divinidad y consustancial a nosotros según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excluido el pecado (Heb 4, 15); antes de los siglos engendrado por el Padre según la divinidad, y según la humanidad por la Virgen Madre de Dios, en los últimos tiempos.”

Con el “Sí” confiado de María ella se entrega generosa a la voluntad del Padre: Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel. Desde aquí Juan Eudes se basa para afirmar más adelante, que esta Santa Virgen desde este instante, lo concibe en su corazón amándolo con amor puro, verdadero y eterno, y luego en su vientre virginal.

Es así como San Juan Eudes reconoce este acto sagrado de intimidad de la Encarnación; Jesús amor mío, te veo cautivo en las entrañas purísimas de tu santa Madre. Prisioneros aún en los sagrados lazos de tu divino amor. ¡Oh amor que cautivas a Jesús en María y a María en Jesús! De esta manera por decir poco, Juan Eudes medita y alaba al Señor en este misterio en el cual por su misión a la voluntad del Padre viene hacerse uno con el hombre y así este “revestirse de los sentimientos de su Maestro en quien el cumplimiento de lo que falta a la pasión” (Col 1,24) lo impulsa hacer presente en el mundo las actitudes de Jesús.”

Dalvin Osuna 3° de Teología
Rosnell Parra 3° de Filosofía




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