martes, 29 de marzo de 2016

Sintamos la alegría de la resurrección de nuestro Señor Jesús

Una noche iluminada con luna llena, y en la que cientos de fieles católicos cumplieron la cita para vivir la Vigilia Pascual celebrada desde la Plaza de Banderas del Minuto de Dios, el sábado Santo culminó con una gran fiesta de resurrección, presidida por el padre Diego Jaramillo, presidente de la OMD, y acompañado por el padre Javier Riveros, director de la EMD y el padre Óscar González, sacerdote de la parroquia San Juan Eudes.

Todo comienza con la bendición del fuego que debe iluminar la vida de todo cristiano y en señal de espera por la alegría de la resurrección de Jesucristo, quien permanece en su tumba después de haber sido crucificado por la redención de la humanidad. El padre Diego, bendijo y encendió el cirio de la llama eterna para que se propagara por toda la plaza.

"La luz de Cristo es el fuego nuevo asperjado en silencio, rito con el que la Iglesia reconoce la dignidad de la creación que el Señor rescata, renueva la vida y se evidencia ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado".

Después de que todos están con sus cirios pascuales encendidos, se hace el pregón pascual o "Exultet", un himno de alabanza que anuncia a todos la alegría de la pascua, alegría del cielo, de la tierra, de la Iglesia y de la asamblea de los cristianos. Todos entonan a viva voz los pregones alegres de la victoria de Jesús sobre la muerte para dar vida eterna a todos los fieles. El ministerio de alabanza conformado por integrantes de varias agrupaciones del Minuto de Dios, incluidos los seminaristas, retumban con sus voces e incitan al pueblo de Dios a entonar con gozo dicha victoria.

Luego vino la liturgia de la Palabra, en la que se proclamaron 7 lecturas del Antiguo Testamento y 2 del Nuevo Testamento, en las que se establece un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones).

Aquí, en cada una de las lecturas se hizo una reflexión, desde la primera a la última, "¿Estaremos utilizando bien todas las maravillas que el Señor nos dejó?, o por el contrario, ¿las estamos desechando? (...); ¿Qué tanto nosotros, al igual que Abraham escuchamos al Señor? (...); Experimentamos el milagro que nos anima cantar que Dios nos liberó (...); Debemos restaurar la alianza de amor con Dios (...); ¿Cómo nos estamos comportando frente a Dios? (...); Dios nos invita a cambiar con un sí seguro..."

En seguida, con las lecturas del Nuevo Testamento hace notar que con la resurrección de Jesús, ya no morirá más y que no se debe buscar más entre los muertos porque vive en los corazones y en la vida misma.

La Vigilia Pascual transcurre ahora con la Liturgia Bautismal que revela que es el momento en que tiene más sentido celebrar los sacramentos de la iniciación cristiana (el bautismo y la confirmación).

El padre Diego hizo una homilía en la que permite reconocer que "todo el mundo está de fiesta (...) Dios nos ama a pesar de nuestros pecados. Nosotros resucitamos confiados en la Palabra y bendición de nuestro hermano mayor (Jesús), sintamos alegría de la resurrección de nuestro Señor y desde el Minuto de Dios, dediquemos un Minuto para Él, que sea constante, eterno en nuestra vida diaria".
Así, llegó el momento final de la Vigilia Pascual con la celebración de la Eucaristía, siendo la Eucaristía central de todo el año. "El Señor resucitado nos hace participar de su Cuerpo y de su Sangre, como conmemoración de su Pascua.

La Eucaristía se impartió a lo largo y ancho de la plaza y hacia la media noche comenzó el grito de victoria: "¡Aleluya!, Cristo ha resucitado, realmente ha resucitado y vive entre nosotros para darnos Vida Nueva".

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