Gustavo Mesa cjm.
El cuidado que Dios tiene por cada uno de nosotros expresado en las palabras del profeta Ezequiel, cuya lectura hacemos en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, “buscaré a las ovejas perdidas, y devolveré al redil a las que perdieron el camino; les vendaré las patas a las ovejas lastimadas, y fortaleceré a las ovejas débiles” (Ez 34, 11-16), expresa cuánto nos ama el Señor. Nos ama hasta hacerse solidario con nuestras necesidades y debilidades, con todo lo nuestro. También en la situación de desprecio y de marginación de que pueden ser víctimas unos hombres por parte de otros.
El mismo texto de Ezequiel señala que este deseo de acercarse al hombre es un acto personal de Dios, que brota de su amor. Esto es, de lo más profundo de sus sentimientos, de su Corazón santo, de su sagrado Corazón sale la iniciativa de buscarnos: «Yo mismo voy a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré, tal y como las cuida el pastor cuando se halla entre sus ovejas esparcidas”.
El evangelio de Lucas, que también se lee en esa fecha, es precisamente la parábola del pastor que encuentra a su oveja: “¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla?” (Lc 15, 3-7). El pasaje nos dice cómo actúa Dios quien en su inmenso amor por el hombre se alegra infinitamente por su conversión. La Palabra de Dios nos muestra que la oveja a pesar de haberse alejado es acogida de nuevo. Dios se alegra con el pecador que regresa a la casa del Padre: “Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta”.
Todo el conjunto de la Palabra de la celebración manifiesta que el amor de Dios por el hombre encuentra su expresión más nítida en la entrega que Cristo hizo de su vida por nosotros en la cruz, lo cual quiere decir que por ese hecho Dios demuestra que por el hombre no tiene sino misericordia.
Este misterio insondable de la misericordia de Dios es difícil de expresar: cómo es que Dios se abaja hasta quien se equivoca tanto y tan repetidamente, sintiendo con él la necesidad de la reconciliación y ofreciéndole su perdón. Es aquí en donde la imaginación de un inspirador como San Juan Eudes encuentra el modo más original e innovador de expresar el amor ardiente del Corazón de Jesús, poniendo lo grande y maravilloso de la acción de Dios al alcance de todos. Fue Juan Eudes uno de los primeros en promover en la historia la conciencia popular de la misericordia del Corazón de Jesús. Juan Eudes es líder, promotor y uno de los creadores de la doctrina sobre el Corazón de Cristo en la vida de la Iglesia.
Pero el auténtico conocimiento del amor de Dios sólo es posible mediante una oración humilde, de abierta disponibilidad a la misericordia del Padre, vía que también explora San Juan Eudes: el hombre ha de tener una actitud de reconocimiento y abnegación, que convierte en adoración su mirada fija en un corazón caliente, lleno de vida, como el de Jesús, del cual brotan "sangre y agua" ( Jn 19, 34).
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