viernes, 5 de diciembre de 2014

¿Sabemos la historia de la Navidad?

Una importante enseñanza queda como siempre en cada una de las Asambleas Carismáticas que se realizan en el Teatro Minuto de Dios. Aprendizajes con los que cada persona que asiste se quedan para que sean proyectados en sus comunidades, en sus familias, con sus compañeros y con quienes les rodea, con el fin de que el hombre y su relación con Dios se fortalezca y se planifique para que trascienda a lo largo de la historia.

En esta época de fin de año, cuando aparece el júbilo y el color de la Navidad, queda claro que muy pocos se han compenetrado con este misterio que devela la Iglesia Católica. Saber la historia de la Navidad debe ser tan importante como las demás historias que académicamente nos enseñan, y desde luego, las que a través de la Palabra hemos conocido. En la asamblea del miércoles pasado, de esta primera semana de Adviento, el padre Carlos Jiménez, sacerdote Eudista, explicó la historia de la Navidad… algo que de seguro, pocos conocemos.

Habló de San Nicolás o Santa Claus, un obispo carismático que se dedicó a hacer obras de caridad, a quien se le atribuye, de acuerdo con la leyenda, que dejaba monedas a los pobres; y desde ahí, se recuerda a San Nicolás como aquel que llega a dejar regalos en la época de Navidad.

Ya, con respecto a la Navidad, comenzó diciendo que los cristianos acudieron a una tradición judía por el origen de Jesús. Esta tradición decía, según el padre Carlos, que “la fecha de la muerte de los grandes profetas coincidía con la fecha de su concepción”, de ahí que logrando ubicar la fecha de la muerte de Jesús, se podía configurar la fecha de su concepción; por tanto, sabiendo que Jesús murió entre la última semana de marzo y las primeras de abril de acuerdo con el calendario lunar hebreo (el 14 del mes de nisán)

Ahora, ¿cómo coincide esto con el calendario latino? El padre Carlos señala que la diferencia entre estos dos calendarios es que el hebreo es lunar y el latino es solar. Por tanto, “la fecha de la pascua que nosotros celebramos no tiene un día fijo en el año. Sólo sabemos que es entre la última semana de marzo y la primera de abril”. De esta manera, en occidente, se fue estableciendo que la fecha de la concepción de Jesús fue el 25 de marzo porque debía coincidir con la pascua según la tradición judía. A partir de ahí se cuentan los nueve meses de gestación dando como resultado que el 25 de diciembre es el nacimiento del Mesías.

Agrega además que en el imperio romano que era pagano, el 25 de diciembre celebraban la fiesta del sol naciente que se relaciona con un fenómeno astronómico que se da el 23 del mismo mes, llamado solsticio de invierno. El fenómeno consiste en que ese día la tierra se aleja del sol y éste se ve más pequeño, pero el día 25 el sol nuevamente se acerca. Los cristianos reconocen este fenómeno como una señal y atribuyen que ese sol naciente es Jesús. . “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo Alto” (Lucas 1, 68-79). Zacarías, el padre de Juan Bautista es quien dice eso y se refiere a Jesús. Así, los cristianos le hicieron ver a los romanos paganos esta verdad, que estaba muy bien argumentada pues había una profecía hablando del Mesías que “alumbraría un sol de justicia que llevaría la salud en sus rayos…” (Malaquías 3, 20). “De esa manera, los cristianos se dieron a la tarea de enseñarles y ayudarles a entender a los romanos y paganos en el siglo IV que el sol naciente se trataba de Jesús, por eso se comienza a celebrar la Navidad con mucho más vigor”.

El árbol de Navidad

El padre Carlos Jiménez, continúa explicando que después, a medida que se va celebrando esta fiesta del
http://senderosgr.blogspot.com/2012/12/ideas-para-regalar-esta-navidad.html
Nacimiento de Jesús, se van incorporando algunos símbolos más “que los cristianos fueron encontrando por los senderos del continente europeo”

San Bonifacio, un misionero que evangelizó una buena parte del norte de Europa, encontró una tradición celta en el que se deificaba a un árbol que coincidía con las mismas creencias sobre el solsticio de invierno. San Bonifacio reprendió esta creencia aduciendo que ningún árbol puede tener alguna dignidad ni naturaleza divina, sólo a Cristo le corresponden estas gracias de Dios. Así que Bonifacio propuso que “el verdadero y único árbol de vida es Cristo mismo… cortó un árbol, lo ubicó en torno al solsticio de invierno, se lo enseñó a los germanos y les dijo: éste es el único árbol que puede tener raíz divina que es Jesucristo”. Empezó a decorarlo y de acuerdo con la historia, puso una serie de manzanas que significaban la fertilidad del árbol, el conocimiento del bien y del mal, recordando que las manzanas se asocian con el fruto prohibido. Los faroles representan la luz que ilumina esa vida, y que también es Cristo.

La tradición del árbol de Navidad se fortaleció mucho tiempo después de San Bonifacio, pero “él fue el primero, argumentando que es el árbol que nunca muere, de él es la eternidad”, teniendo en cuenta que en la estación del solsticio de invierno en Europa, todos los árboles mueren, “excepto por una o dos especies: el pino y el abeto”, de ahí que es la manera de ratificar que “el único que se mantiene vivo en el tiempo y nos ayuda a mantener la vida es Cristo”

El sacerdote Eudista recomienda hacer una meditación importante en el momento en que se vista el árbol de Navidad: es pensar que aunque la naturaleza esté muriendo, “hay un árbol, más aún en la historia, hay un ser que no muere, que a pesar de que pasen los cielos y la tierra permanece y ese es Jesús. Cuando usted vea el árbol y de pronto siente que en su vida hay situaciones de muerte, problemas, enemistades, persecuciones, enfermedades… mire el árbol y háblele a Jesús diciéndole: Señor Jesús, yo creo que contigo soy como ese árbol que permanece verde, permanece joven a pesar de las adversidades, a pesar de los crueles inviernos. Yo creo Señor, que contigo puedo permanecer joven y con vida, amén”





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