jueves, 20 de octubre de 2016

Acto de Amor al Corazón de Jesús

San Juan Eudes fue el primero en la historia de la Iglesia que hizo celebrar la fiesta del
Corazón de Jesús, el 20 de octubre de 1672.
(OC 8,311-312)

Introducción

Al celebrar los 344 años de la fiesta al Corazón de Jesús, instituida por nuestro fundador, la Casa de Formación la Misión de la Provincia Eudista del Minuto de Dios les propone la siguiente dinámica de reflexión y oración para seguir profundizando en este legado espiritual.

Sumergirnos en el amor del Corazón de Jesús ha de ser el objetivo primordial de todos los cristianos. Dejarnos encontrar y amar por Dios será la totalidad de nuestra alegría. El Corazón de Jesús representa unidad entre nosotros; él debe ser quien inspire nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras oraciones y actos de amor a Dios; quien nos impulse a servir, a vivenciar la misericordia con nuestro hermano y a tener un amor infinito al Padre, a nuestra madre la Virgen Santísima y a toda la Iglesia. Es el Corazón amante de Jesús quien nos ha llamado a ser pastores, partícipes de su sacerdocio; que hace de nuestro discipulado los ojos, la boca, los pies del mismo Jesús; que nos compromete como misioneros de la misericordia.

Que este homenaje al Corazón de Jesús sea la oportunidad para pedir al Señor que infunda en nosotros su mismo Corazón, su mismo Espíritu y su misma alma.

Canto Eudista


Me entrego a ti amor irresistible, / y me abandono en ti,
ven, ven a mí y establece / tu amor por mí, Señor.

Coro: Dios, Dios de mi amor, / Tú que eres todo amor por mí, Señor,
que yo sea también todo amor para Ti.

II
Oh Señor, no me rechaces, / quiero verme libre hoy,
de todo lo que me impide / amarte solo a Ti, Señor Jesús.

Coro: Dios, Dios de mi amor, / Tú que eres todo amor por mí, Señor,
que yo sea también todo amor para Ti.

III
Sé Tú, Amor, la vida de mi vida, / y el alma de mi alma
y el Corazón de mi corazón / y que ya no viva sino en Ti y para Ti, Señor.

Coro: Dios, Dios de mi amor, / Tú que eres todo amor por mí, Señor,
que yo sea también todo amor para Ti.

Lectura Bíblica: Juan 15, 9-17

Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes. Permanezcan en mi amor. Pero solo permanecerán en mi amor si ponen en práctica mis mandamientos, lo mismo que yo he puesto en práctica los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho todo esto para que participen en mi alegría, y su alegría sea completa.

Mi mandamiento es este: ámense los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor. Desde ahora los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre.

No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien los elegi a ustedes. Y los he destinado para que vayan y den fruto abundante y duradero. Así, el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Lo que yo les mando es esto: que se amen los unos a los otros.

En silencio meditemos este texto bíblico y compartamos en grupos, de a acuerdo al número de integrantes que se hayan reunido en comunidad: incorporados, seminaristas, asociados, colaboradores y amigos eudistas.

Texto Eudista

Cualidades del Amor del Corazón de Jesús

“Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten piedad de nosotros”

El Corazón divino de nuestro Salvador está henchido de un amor eterno hacia nosotros. Para entender bien esto, hay que saber que la eternidad abarca dos ideas distintas. La primera, que no tiene ni comienzo ni fin. La segunda, que comprende en sí todos los tiempos pasados, presentes y futuros, es decir, todos los años, meses, semanas, días, horas y momentos pasados, presentes y futuros porque comprende todas estas cosas unidas como en un punto indivisible. [...]

Por eso el amor eterno del Corazón de Jesús a nosotros comprende dos cosas. La primera, que este Corazón incomparable nos amó desde toda la eternidad; antes de que nosotros existiéramos, antes de que le hubiéramos conocido y amado, y a pesar de la vista y conocimiento que tenía de todas las ofensas que contra Él habíamos de cometer, ofensas que le estaban tan presentes como lo están ahora. La segunda cosa es que nos ama en cada momento con todo el amor con que nos amó y nos amará en todos los momentos imaginables de toda la eternidad. Porque aquí podemos ver la diferencia que hay entre el amor de Dios y el nuestro: nuestro amor es una acción pasajera; no así el de Dios, porque el amor que por nosotros desplegó hace cien mil años, está aún ahora en su Corazón juntamente con el que ejercitará a cien mil años de aquí. La eternidad hace que no haya en Dios nada de pasado ni de futuro, todo es en ella presente. De suerte que Dios nos ama ahora con todo el amor con que nos amó desde toda la eternidad y con el que nos amará por toda la eternidad.
¡Eternidad, eternidad de amor, amor eterno! Si yo hubiera existido desde toda la eternidad, desde toda la eternidad hubiera debido amarte; pero, Dios mío, yo no sé si aún he comenzado a amarte como es debido. Por lo menos, que comience ahora, Salvador mío, a amarte tanto como Tú quieres que te ame. ¡Dios de mi corazón, me entrego a Ti, a fin de unirme al amor con que me amas desde toda la eternidad para amarte con este mismo amor! Me entrego también a Ti para unirme al amor con que tu Padre te ama y al amor con que Tú amas a tu Padre, antes de todos los siglos, a fin de amar al Padre y al Hijo con un amor eterno.

San Juan Eudes, El Corazón de Jesús, capítulo 2.

Reflexionemos con las siguientes preguntas

  • ¿Es el Corazón de Jesús quien impulsa nuestra vivencia comunitaria, en la fraternidad, el servicio y la misericordia?
  • ¿Cómo estamos acrecentando en nuestra vida un amor rebosante hacia Dios, para amarlo perfectamente, así como su Corazón rebosa de amor por nosotros?
  • Cómo estoy viviendo la misión a la cual Jesús me ha llamado?

Palabras del Siervo de Dios Rafael García-Herreros

El océano del amor de Dios

Dios el adorable, Dios el infinito Señor, nos ama…Te ama a ti, hermano, y a mí. Nos ama con amor eterno e inmóvil. Con amor lleno de ternura y, al mismo tiempo, de seriedad. Estamos sumergidos, ahogándonos en el océano del amor de Dios; todo es una expresión de su amor: los ladrillos de nuestra casa, las piedras o el asfalto de nuestras calles, las flores de nuestro jardín, las estrellas de nuestro cielo, el sol de nuestro día, el pan y el café que tomamos. Es un clamor nuestra propia existencia, todo es un clamoroso grito del amor de Dios.

¿Y cuál ha sido nuestra reacción, nuestra actitud ante este misterio del amor de Dios…? La historia de la humanidad, la historia de nuestra propia vida es una trágica fuga, un incomprensible rechazo del
amor.

Nosotros hemos cerrado los ojos para no ver las pruebas de la ternura de Dios. Hemos obstruido los oídos para no escuchar la voz adorable de Dios. Y marchamos a nuestras ocupaciones en busca más que todo de distracción de alejamiento de Dios.

Siervo de Dios Rafael García-Herreros. “Palabras a Dios”

Preces

Complementando el amor que se nos manifiesta en el corazón de Jesucristo, y gozosos de sentirnos amados de esa manera, digámosle:

Señor Jesús, toma posesión eterna de nuestro corazón

  • Por la Iglesia, por el santo padre Francisco, los obispos y sacerdotes, para que su misión apostólica y sus vidas sean asistidas por la gracia del Espíritu Santo y encendidas en el fuego del amor de Dios.
  • Por nuestra Congregación de Jesús y María, especialmente por la próxima asamblea general, para que el Señor asista a nuestro padre general, su consejo, los asambleístas en la realización de los nuevos derroteros que se han de emprender en servicio de la Iglesia y el mundo.
  • Por nuestras Provincias y comunidades locales, asociados, colaboradores y amigos eudistas, para que juntos continuemos sirviendo al reino de Dios.
  • Se pueden añadir otras intenciones
  • Corazón de Jesús, hoguera de amor al Padre, haz que siempre seamos apasionados por este amor misericordioso, especialmente por los enfermos y los pobres. 
Oremos a Dios Padre con la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro…

Adoremos al corazón amante de Jesús

Finalmente adoremos, demos gracias, pidamos perdón y entreguémonos al corazón amante de Jesús.

Te adoramos, Divino Corazón de Jesús, en tu abundante amor hacia nosotros desde toda la eternidad, y que manifiestas a través de toda la creación, que nos impulsa a amar al hermano y a nuestro enemigo.

Te damos gracias Señor porque las sagradas llamas de tu amoroso Corazón han encendido el nuestro. Gracias, porque al darnos tu Corazón, has querido concedernos el mejor regalo y el más grande de los tesoros, lleno de la riqueza de tu amor y de tu misericordia.

Te pedimos perdón porque en ocasiones hemos permitido que nuestro pecado sea como el hielo que apaga el grande amor que brota de tu Corazón hacia cada uno de nosotros. 

Te entregamos nuestro corazón, deseando que infundas en nosotros tu Corazón, tu Alma y tu Espíritu, para que nuestro amor por Ti sea también una hoguera encendida que no se extinga ni se apague. Te entregamos todo nuestro ser, para que nuestros actos, palabras y acciones, sean santificados, alaben y rindan homenaje de gloria a tu gran Corazón.

Amén.



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