lunes, 4 de abril de 2016

'Amoris Laetitia': Los Eudistas acogen con alegría la nueva exhortación apostólica sobre la familia

Poner el amor misericordioso de Dios a la raíz de todo es precisamente lo que San Juan Eudes transmitió a sus hijos e hijas espirituales. Los Eudistas contemplamos, adoramos y anunciamos con todas nuestras energías ese amor. Así también lo haremos a partir de la enseñanza autorizada del Papa Francisco en su nueva exhortación apostólica "Amoris Laetitia", la "Alegría del amor".

Después del bienio sinodal, en el que se produjeron las dos relaciones que todos ya conocemos, el Papa Francisco toma la palabra en este bello documento que tiene 325 numerales y aproximadamente 200 páginas (en la versión italiana) para ahondar, sin perder ningún aspectos fundamental de esa centralidad del amor de Cristo, perno de la creación y amor nupcial que toma cuerpo en la vida de la Iglesia y más específicamente en la vida cada familia.

Es bueno poner atención al eje doctrinal del cual se derivan las opciones pastorales. Ante todo el amor primero de Dios. Ese amor entra en la vida de toda persona y la ilumina en todos sus aspectos para darle forma al amor familiar. La enseñanza va acompañada de esta convicción: la vida de familia es una emanación de la alegría que se deriva de este amor; pues sí, el amor conyugal no puede ser otra cosa que una experiencia de esa plenitud de alegría que es signo del acontecer del Reino. El cumplimiento de este amor de alianza es el fundamento del sacramento del matrimonio y le da su cualidad de indisoluble, si bien, como ya se dijo en la Relación sinodal, esto no excluye otras formas de convivencia, que deben encontrar todavía su plena realización. Más aún, fundamenta esa clara decisión pastoral de la Iglesia por acompañar a través de la "vía discretionis", de verificación y de perdón, a quien ha experimentado fracaso en su amor conyugal o ha rehecho su relación. La Iglesia busca a las ovejas y así renueva su corazón en el Pastor por excelencia, ella quiere reaprender ese camino de misericordia que requiere gradualidad, paciencia y verdad, sobre todo cuando se trata de abrazar y recuperar tanta fragilidad causada por un empobrecimiento de ese amor, y más aún en este tiempo donde las circunstancias tanto lo envilecen y aprietan. Es así como a partir del fundamento del amor misericordioso las palabras clave de esta nueva enseñanza de Francisco son: acogida, acompañamiento, discernimiento e integración.

Con esta enseñanza puesta en el centro, se llega a la tercera etapa, la definitiva del largo camino de escucha y discernimiento, y algún que otro debate, de los últimos tres años. Para aquellos que andan prevenidos con la apertura del Papa Francisco, que no es otra cosa que un eco del Evangelio, es bueno que tengan presente -como ya se dijo- que se expone una "unidad doctrinal en la pluralidad pastoral". No es del caso esperar respuestas puntuales a todas problemáticas puntuales de la realidad familiar sino la formación de una actitud y la reconsideración actualizada ante las nuevas circunstancias que estamos viviendo, sobre todo cuando ya han pasado 35 años de la última gran enseñanza al respecto que fue la "Familiaris Consortio" de san Juan Pablo II.

Pues sí, una enseñanza riquísima que llega en el momento preciso. Lo importante, como nos está educando Francisco, es esa nueva actitud de fondo en un espíritu de reconciliación que abre los brazos y ofrece caminos de ayuda, que no resuelve con exceso de normas, sobre todo allí donde es imposible practicarlas y la experiencia muestra que la rigidez no resuelve, sino que hace presente el evangelio del Reino, evangelio de jubileo, que tiene capacidad para levantar y restaurar el amor frágil y herido, necesitado y exigente de crecimiento.

"Amoris Laetitia" (que podría haber sido "Amoris Gaudium") ya fue firmada el pasado 19 de marzo, fiesta de san José, y la tendremos a la mano el próximo 8 de abril. Nuestro carisma de evangelizadores y formadores, que tiene como punto de partida el amor misericordioso de Dios, cuenta ahora con esta preciosa ayuda que nos ofrece el magisterio de la Iglesia. Impulsados por la misericordia del Señor llevamos a todas las familias la fuerza vital del evangelio, amor de Dios que restaura, construye, plenifica y llena de alegría.


P. Fidel Oñoro, cjm




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