“Tres cosas son requeridas para la misericordia: la primera es que tenga compasión de la miseria del otro; porque es misericordioso el que lleva en su corazón las miserias de los miserables. La segunda, que tenga una gran voluntad de socorrerlos en sus miserias. La tercera, que pase de la voluntad al efecto” (San Juan Eudes. OC, VIII 53).
San Juan Eudes, un sacerdote Francés del siglo XVII, profundamente enamorado y apasionado por Jesús y su palabra, dedica su vida a la evangelización y a la formación de buenos obreros del Evangelio, experimentando en su propia vida la misericordia. En una época donde la peste se había convertido en una enfermedad fatal, no escatima esfuerzos y va en ayuda de los apestados sin temor a contagiarse, experimentando en su corazón las miserias del otro. Éste es sin duda un acto concreto de misericordia, vivido por el santo, en favor de los enfermos y necesitados.
San Juan Eudes, nos propone tres cosas requeridas para la misericordia que sugieren una ruta desde el sentimiento interior del corazón, hasta la acción propia de la misericordia.
La primera es que tenga compasión de la miseria del otro; porque es misericordioso el que lleva en su corazón las miserias de los miserables. En consecuencia, se requiere que en nuestro corazón, sintamos el deseo de hacer misericordia de tener una actitud abierta a los más pobres y oprimidos.
La segunda, que tenga una gran voluntad de socorrerlos en sus miserias. Después de haber sentido en el corazón la compasión por las miserias del otro, nos recomienda San Juan Eudes, que ese deseó sea voluntario, sin imposiciones sino que éste plenamente impulsado por el amor a quien necesita misericordia.
La tercera, que pase de la voluntad al efecto: En esta tercer parte, San Juan Eudes quiere que el acto de hacer misericordia no se quede en una mera voluntad y compasión o sentimentalismo, sino que se haga concreto en la realidad de nuestros hermanos que pasan diversas necesidades para que éste año jubilar de la misericordia propuesto por el Papa Francisco, no pase desapercibido, y nos esforcemos por ser verdaderos misioneros de la misericordia.
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