El padre Juan Álvaro Zapata, Secretario Adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) dirigió los encuentros.
Con tres preguntas fundamentales en la vida de todo cristiano, el padre Juan Álvaro Zapata invitó a los jóvenes de la Casa de Formación Eudista "La Misión" a iniciar una peregrinación hacia el interior, descubriendo el ser y quehacer del hombre de Dios: ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago hoy por Cristo? ¿Qué debo hacer por Cristo?
Para responder estas tres preguntas, aseguró el Secretario Adjunto de la CEC, es necesario responder una cuarta: ¿Qué espera el Señor de nosotros? A lo que respondió que espera “que avivemos el fuego de nuestra vocación, que seamos alegres, armónicos y coherentes, aspectos que da la presencia del Señor en la vida de cada uno. Esta alegría, según puede verse en el Antiguo Testamento, es fruto del paso del Señor, un resultado del don salvífico de Dios, que nos invita a permanecer en su amor”. Posteriormente, el orientador pasó a definir la alegría desde san Pablo: “En Pablo, la alegría es fruto del Espíritu Santo, es la fidelidad en la prueba”. Finalmente, mencionó algunas definiciones del Magisterio de la Iglesia: “En los padres de la Iglesia, la alegría es la centralidad de Dios en la vida, como lo recuerda san Agustín y es a través de la oración que se logra esta centralidad de Dios. Recordando al papa Francisco, Zapata aseveró que “debemos evitar ser seminaristas de cuaresma eterna, pues no hay santidad en la tristeza y solamente desde Cristo podemos alcanzar la alegría”.
En definitiva, el padre Juan Álvaro exhortó a los participantes a descentrarse de sí mismos para que Jesucristo establezca el reinado en cada corazón.
En las orientaciones posteriores, Zapata recordó la necesidad de tener presente que “Dios no
construye sobre una base irreal sino sobre la historia personal de cada ser humano”. Por tanto, “todos tenemos pecados, desde el papa hasta el recién bautizado. Todos necesitamos de la misericordia divina. El santo se perfecciona luego de una caída, pero no debemos acostumbrarnos al pecado. Es necesario preguntarse en qué aspecto me siento más tentado y descubrir que estamos llamados a la fidelidad con Dios.”
construye sobre una base irreal sino sobre la historia personal de cada ser humano”. Por tanto, “todos tenemos pecados, desde el papa hasta el recién bautizado. Todos necesitamos de la misericordia divina. El santo se perfecciona luego de una caída, pero no debemos acostumbrarnos al pecado. Es necesario preguntarse en qué aspecto me siento más tentado y descubrir que estamos llamados a la fidelidad con Dios.”
Al referirse a las tentaciones, el padre recordó que algunas de las más significativas en la vida del seminarista son: el egoísmo que encuentra solo el beneficio personal, el individualismo que no tiene en cuenta al hermano, la crisis de identidad que no permite aceptarse como es, la pérdida de fervor en la que se pierde la vida de oración y de comunión con Dios, la mundanidad espiritual que rechaza la corrección fraterna y busca aprobación, la inmadurez afectiva que evidencia la baja autoestima y estabilidad.
En el último día del retiro, el padre Zapata hizo hincapié en la necesidad de convertirnos: “conversión, etimológicamente significa cambio de mentalidad. Hemos de permitir que el Señor se establezca en nuestro ser para decirle: tú eres el rey de mi vida. Tú lo eres todo.”
Para que se haga evidente este proceso, se requiere tener en cuenta tres dimensiones:
- La conversión moral, es decir, sentirnos hijos del Padre que conocemos su amor gratuito y decidirnos a ser santos como nuestro Padre es santo.
- La conversión intelectual, es decir, entender la existencia como donación, liberarnos de creernos indispensables y aprender a escuchar.
- La conversión afectiva, amar al Señor con todo nuestro ser.
Finalmente, recordó a los jóvenes que lo que decimos debemos testimoniarlo, pues la santidad es anunciar con coherencia la unión que el enviado tiene con Dios.
El encuentro se realizó en la Casa de Retiros Shalom, en el municipio de Tenjo (Cundinamarca) y contó con la participación del padre Juan Álvaro Zapata, secretario adjunto de la CEC, quien dirigió el retiro, el Equipo de Formación de la Casa “La Misión”, los jóvenes de la Casa de Formación y los que se encuentran en el Tiempo Especial de Espiritualidad Eudista.
H. Flórez P.
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