martes, 30 de agosto de 2016

San Juan Eudes, maestro de la vida y el reinado de Dios en nosotros

Como sabemos, aquel pequeño misionero normando del siglo XVII que firmaba siempre “J. Eudes, sacerdote misionero”, nos invita constantemente a reavivar la vida cristiana en nosotros y en nuestro entorno, haciéndonos testigos de la ternura de Dios. Como lo fue él mismo a lo largo de toda su vida.

Como sacerdote, predicó el Evangelio de Jesús durante toda sus largas y fecundas correrías misioneras. Vivió con el deseo constante de despertar la fe y el amor de Dios en las almas. Ese servicio de la palabra corría parejas con un servicio de acompañamiento espiritual de las personas y de las comunidades…

Entre sus muchas obras escribió especialmente una destinada a personas en búsqueda de Dios: ”Vida y Reino de Jesús en las almas cristianas”. Este libro conoció en vida de Juan Eudes, al menos 30 ediciones. “No es un libro de teología espiritual, sino más bien un grueso manual práctico de vida cristiana destinado a todos los fieles, y en primer lugar para los cristianos laicos, para ayudarles a caminar hacia la santidad “continuando y aplicando la vida de Cristo” (P. Milcent)

Este hombre, con corazón de fuego y apasionado por hacer conocer el evangelio, tenía el acuciante deseo de “hacer amar a su muy querido Jesús, servir a la Iglesia de Jesús, restablecer la gracia, el espíritu y la vida del cristianismo que está apagado, hoy en las mayor parte de los cristiano”. Y aunque en su tiempo todo el mundo estaba bautizado, él se dio cuenta, en el transcurso de sus misiones, de que había una gran ignorancia sobre este sacramento. Como la hay en nuestro tiempo.

Presentaba el bautismo como un Contrato del hombre con Dios. Contrato en el que, con una mirada de amor para cada uno de nosotros. Jesús, el Hijo, nos hace participar en su vida; el Espíritu Santo, o más exactamente, el Espíritu de Jesús, se nos da para ser el espíritu de nuestro espíritu, el corazón de nuestro corazón.

Se trata de una Alianza más maravillosa, nos dice San Juan Eudes, la del amigo con su amigo, los hermanos con sus hermanos, el niño con su padre, la esposa con su esposo. Pero esta alianza nos compromete también a nosotros con Dios. Para vivir en conformidad con nuestro bautismo, es necesario renunciar a todo lo que es obstáculo a la vida de Cristo en nosotros, y vincularnos a Él: “Ser cristiano es hacer profesión de Jesucristo, vivir de su vida, ser animado por su espíritu”.

En Vida y Reino Juan Eudes recuerda a todos los cristianos, laicos, sacerdotes, religios@, que nuestra vocación es la santidad: “Ser cristiano y ser santo es la misma cosa; cualquiera que lleva el nombre de cristiano está obligado a seguir a Jesucristo en la santidad de su vida y sus costumbres”.

Eso es lo mismo que nos ha dicho el Vaticano II cuando habla, en el nº 10 de la Lumen Gentium, dela llamada universal a la santidad. Y Juan Eudes insiste en que la santidad no consiste en no tener pecado sino en corresponder a la llamada de Dios con y en nuestra vida. El Bautismo es para nosotros una llamada a la santidad “porque ser cristiano, es continuar la vida de Cristo en nosotros”, llegar a ser la imagen viva de Jesús. Y estar bautizado es hacerse manos, mirada, rostro y boca de Jesús en cada instante, hagamos lo que hagamos.


Juan Eudes nos proporciona medios sencillos para renunciar a nosotros mismos y darnos a Jesucristo y dejar que él crezca en nosotros. Siguiendo a Pablo, afirma que la meta es que “Jesús sea formado en nosotros”, y que nosotros nos demos prisa en llegar a ser su imagen viva en nuestro aquí y ahora. Y nos propone algunos ejercicios “para vivir cristianamente y santamente” cada etapa del año y santificar nuestro tiempo.

Así, poco a poco, cada uno(a) de nosotros y todos juntos, seremos, paso a paso, otros tantos Cristos, como dijera mucho antes que él, San Agustín de Hipona, afirmación a la que Juan Eudes supo darle un sentido y un alcance más profundo y exigente. Ojalá que nuestros corazones se dejen penetrar también por ese fuego apasionado que lo distinguió durante toda su vida.





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