Es domingo por la mañana en una ciudad del caribe colombiano, los minutos avanzan y poco a poco el sol
va alcanzando su punto más alto y el calor se deja sentir en una capilla bastante deteriorada que hasta hace
poco era una bodega de construcción. Sin embargo, esto no es obstáculo para que un grupo de personas; unas 200 se reúnan allí para celebrar la misa. Hay un niño de escasos siete años en medio de aquella pequeña, pero significativa multitud, él levanta su rostro para mirar con asombro como su papá un hombre alto, fornido levanta las manos, aplaude, cierra los ojos y canta alabanzas a Dios. Este pequeño también pasa su mirada hacia la izquierda y ve como muchos adultos aplauden y levantan las manos, todo esto quizás resultado de los 39 grados que se sienten en el ambiente.
¿Por qué este niño se encuentra entre el número de personas presentes en esta “capilla”? Razones hay muchas, ante todo porque sus padres lo llevan por obligación, pero lo que cada domingo empieza como un experiencia poco agradable por la levantada temprano. Con el pasar de las horas se convertirá lentamente en una rica y sobre todo grata experiencia por el encuentro que resulta de la Eucaristía.
La experiencia ingenua de este niño que siente a Jesús como su amigo, al que le abre su corazón sin mayor reservas, además le expresa sus inquietudes básicas, pero que para él representan todo su mundo que hasta ahora conoce.
Los discípulos de Emaús también experimentaron a Jesús como su amigo, porque entre varias razones: 1. Se acerca: “Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó” (V15) “y se puso a caminar con ellos” (v15b) 2. Le cuentan sus dudas y problemas: “Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz.” (v20). Todas estas dudas, inquietudes, confusiones se aclaran en el momento más especial de este encuentro, se trata del instante cuando Jesús parte el pan: “Y esto sucedió. Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, y en ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron.” (v30-31)
Desde estas dos experiencias, la Eucaristía se entiende como una ARDIENTE CERCANIA, puesto que, es Jesús quien viene a nosotros en tan maravilloso acontecimiento, él por iniciativa propia se entrega: “había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo.” (Jn 13,1). Ardiente cercanía porque en la misa Jesús camina y más aún lucha a favor tuyo y mío de manera constante, sabes en la Eucaristía ocurre algo maravilloso él carga con todo el peso que llevas en tus espaldas, todo eso que no te deja caminar en libertad y felicidad: “y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados.” (Is 53,5) todo esto y mucho más acontece en ese encuentro que algunos privilegiados tienen todos los días. Me refiero a la Eucaristía presencia viva y real de Jesús por amor.
Mis palabras hoy traen como propósito que la misa la vivas como esa ardiente cercanía, es decir, que Jesús camina contigo; movido sólo por la locura de amor que sólo él tiene por ti y por mí, hoy tiene sus oídos dispuestos a escuchar todo lo que te sucede: dolores, sufrimientos, tristezas, preocupaciones, todo aquello que se encuentra en los más profundo de tu corazón y que más nadie sabe.
De aceptar la invitación que te hago, tus ojos se abrirán y contemplaran a Jesús en su entrega total, digo se abrirán porque en ti habrá una nueva y diferente manera de mirar las situaciones; la cual consiste en ver todo lo que pasa no como amenaza, sino como oportunidades, esto es lo que Pablo dice fruto del nivel espiritual en el que se encuentra: “También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado.” (Rm 8,28). Eso es lo que le sucede al niño de la historia que te contaba al inicio, él vive pequeños acontecimientos que al momento de entrar en la hoguera de amor (Jesús eucaristía) todo toma otro sentido, y es así como resultado de esta perspectiva nueva brota de la alabanza y la lectura de la Palabra y por supuesto se recibe al Señor en su cuerpo y sangre. Ten presente Jesús hoy te está esperando para que te quemes en él. No lo ignores.
Finalmente no pierdas de vista, la eucaristía es la segunda herramienta para crecer en la fe; pues que Jesús camine contigo, que les puedas hablar de tus dudas, que lo sientas cercano esto hace que tu corazón vibre con tanta fuerza que se estremezca al escuchar esto, pues es él mismo Dios guerreando junto a ti, haciendo frente a todo cuanto te sucede, Grande es Dios!!!
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