Recordamos hoy, 05 de abril, la pascua del padre Teodoro Hamón: el amor que se entrega fue su característica.
Amó ardientemente al fundador y se identificó con su espíritu, entregándose de cuerpo entero a la obra de los seminarios en Colombia.
Ciertamente era algo heroico, aventurero y descabellado venirse en las postrimerías del siglo pasado, a Cartagena. Esto visto con los ojos de la comodidad y juzgado con los criterios de la mediocridad. En realidad el padre Hamón era lógico consigo mismo según el esquema sacerdotal en que vivía.
Obedecer erar para él como respirar. Obedecer al papa era la conclusión normal de su apostolado anti-galicano y anti-liberal.
Llevar el espíritu eudista y continuar el pensamiento del fundador a tierras de misión era apenas natural para un miembro de la CJM, así pensaba el padre Hamón.
En la Asamblea General eudista de 1870 había defendido ardientemente las fundaciones en el extranjero: “yo no podría ver un servidor de Jesucristo en alguien que quiera circunscribir su apostolado a los estrechos límites de una región particular…” había dicho a los padres capitulares.
Teodoro Hamón nació en Grand-Fougeray, (Ille-et-Vilaine, Francia), en 1826, hizo brillantes estudios en Rennes y en Redón, en colegios de los recién construidos padres Eudistas.
Terminado el bachillerato fue recibido en la Congregación por el padre Loüis de la Molinière.
La mayor parte de sus estudios eclesiásticos los hizo en San Sulpicio.
Recibió el sacerdocio y la incorporación en junio de 1855.
Llegó a Cartagena el 01 de diciembre de 1883. Monseñor Biffi, obispo de Cartagena, se expresó así a la llegada del padre Hamón: “El queridísimo padre Hamón llegó por fin. Cuán feliz me encuentro teniendo a mi lado un amigo sincero y un eclesiástico ejemplar de quien me puedo servir para la formación de mis seminaristas”. Fue siempre recordado por su disciplina en el seminario local y por su compromiso no solo con los eclesiásticos sino con toda la comunidad.
En 1889, el Consejo General de la Congregación nombró al padre Hamón como procurador de las tres casas que funcionaban por aquel entonces: Cartagena, Mompós y Antioquia. Después de algún tiempo, el padre Hamón se embarcó para Francia, dejando la dirección del Seminario en manos del padre Briand.
Su llegada a Francia fue apoteósica: era el apóstol, el misionero que volvía con el aura de lo exótico, de lo lejano; con el sentimiento de estar realizando en remotos países el pensamiento auténtico del fundador, de ahí que se le mirara con veneración. Hizo varias visitas a Colombia donde trabajó ardientemente.
Murió el 05 de abril de 1901 en Ciudad de Antioquia. Sobre su tumba nació la Provincia Colombiana.
Fuente del texto e imágenes:
Luis Samson y Arturo Echeverry, Los Eudistas en Suramérica 1883-1906. Bogotá: Carrera, 1981.
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