HOMILÍA EN LA MISA DE ACCION DE GRACIAS POR LOS 90 AÑOS
DE LOS PP EUDISTAS EN VENEZUELA
8 de diciembre de 2014, Card. Jorge Urosa Savino,
Arzobispo de Caracas
Con gran alegría celebramos hoy los 90 años de presencia eudista en Venezuela. En efecto: el 8 de diciembre de 1924 llegó a San Cristóbal el R.P. Pedro Buffet, primer eudista que asumiría una tarea pastoral en Venezuela. Pocos meses más tarde, en febrero de 2015 inicia sus labores el Seminario de San Cristóbal, con el P. Buffet como primer Rector. Bajo el manto, pues, de nuestra madre inmaculada, María Santísima de Coromoto, llegaron los Padres Eudistas hace 90 años a nuestra patria, para realizar una extraordinaria labor “formando y evangelizando”, como afirma el acertado lema de este año jubilar.
Por eso estamos congregados aquí esta mañana. En esta gozosa solemnidad de la Inmaculada Concepción, gracias a la amable invitación del R.P. Sabino, superior provincial de la benemérita Congregación de Jesús y de María en Venezuela, nos reunimos para celebrar las glorias de María, particularmente el haber sido preservada de toda mancha de pecado original en vistas de su elección divina para ser la madre del Señor.
Damos gracias a Dios por María Santísima y sobre todo, como en cada Eucaristía, por aquél a quien ella entregó su vida, Jesús, el Señor, aquél que fue la razón de todas sus glorias y privilegios, aquél que ella concebiría y que sería llamado Hijo el Altísimo, a quien el Señor Dios le daría el trono de David su Padre, Rey de Reyes y Señor de los Señores, quien reina sobre la casa de Jacob para siempre, Jesús, nuestro divino salvador (Cfr Lc 1, 30-33).
Al celebrar hoy la Concepción inmaculada de María, elegida por el Señor con especial predilección para hacerla digna madre de su Divino Hijo, nuestras miradas se dirigen inmediatamente a Jesús, al Rey de cielo y tierra, por quien hemos sido redimidos, y por quien nosotros, sus sacerdotes, hemos sido llamados a participar de su excelsa misión salvífica en la humanidad. Con razón el gran San Juan Eudes, en esa época de renovación de la Iglesia en Francia, centró su espiritualidad en Jesús, en el inmenso amor de su sagrado corazón y en su sacerdocio, y consagró a él su vida y su intensa labor apostólica.
Precisamente, la acción pastoral de la Iglesia se centra en proclamar y hacer presente el Reino de Cristo en el mundo. Esa es nuestra misión, esa fue una de las grandes intuiciones de ese gran apóstol francés del siglo XVII, fundador de la Congregación de Jesús y de María, insigne promotor de la devoción a los sagrados corazones del Señor y de su santísima madre.
LOS EUDISTAS EN VENEZUELA
Pero además de celebrar a María y a su hijo Jesús, el Rey de cielos y tierra, tenemos hoy otro motivo de celebración y de alegría. Nuestra sagrada Eucaristía quiere dar gracias a Dios muy en especial por la acción formadora y evangelizadora de esta benemérita sociedad sacerdotal en nuestra querida Venezuela donde, hace ya 9 décadas, se sembró para extender el Reino de Cristo en nuestra Patria y realizar una estupenda e insigne labor pastoral en diversos campos pero, especialmente, y durante muchísimos años, en el campo tan importante de la formación sacerdotal.
La Providencia divina fue preparando el camino para que en aquella Venezuela rural y muy pobre de principios del siglo XX, este grupo de sacerdotes consagrados a Dios se hicieran presentes para ayudar a una Iglesia joven y débil a formar sus propios pastores, llamados a establecer el Reinado de Cristo en los corazones de los venezolanos.
En pocos años, entre 1924 y 1926, los hijos de San Juan Eudes de la Provincia eudista de Colombia
llegaron a San Cristóbal, Maracaibo y Mérida, a cooperar con los Obispos de aquellas Diócesis en la formación de sus futuros sacerdotes. Su venida a Venezuela coincidió con la gran alegría de la canonización de San Juan Eudes, padre, doctor y apóstol del culto litúrgico a los sagrados corazones de Jesús y de María, el 31 de mayo de 1925. Y sin duda realizaron una gran labor, a pesar de dificultades de diverso tipo que, como sucede con las grandes obras, se van presentando en el camino, sólo para ser vencidas por la fe, la fortaleza, la entrega y el tesón de quienes las llevan adelante.
Desde el principio de su actuación ente nosotros cultivaron las vocaciones venezolanas. Y el Señor los bendijo con el surgimiento de vocaciones eudistas criollas, especialmente en los Andes. Quienes lo conocimos, veneramos la memoria de ese gran sacerdote, ese gran Obispo que fuera Mons. Miguel Antonio Salas, el primer eudista venezolano, cuya causa de canonización ha sido recientemente abierta en Mérida. Más tarde lo acompañaron otros, como los Padres Alfonso Monsalve, Helímenas Rojo, Teófilo Briceño, Nicolás Bermúdez, aquí presente, Luis Alfonso Márquez, y Ramón Rivas.
En 1954, llamados por el insigne Arzobispo de Caracas Mons Rafael Arias Blanco, quien los había conocido en el Seminario de San Cristóbal, asumieron los PP. Eudistas la dirección del Seminario de Caracas hasta diciembre del año 1975. Allí tuve yo el gusto de conocerlos, a mi ingreso al Seminario Interdiocesano de Santa Rosa de Lima el 20 de septiembre de 1959. Guardo un gratísimo recuerdo de esos años, pues tuve el privilegio de ser formado por un selecto grupo de sacerdotes realmente insignes, consagrados a Dios, de una entrega total a la Iglesia, de gran virtud y ciencia, que dejaron honda huella en los sacerdotes que fuimos sus alumnos, muchos de los cuales hemos sido llamados al ministerio episcopal. De hecho, dieciocho de los actuales Obispos venezolanos fuimos formados total o parcialmente por los eudistas en el Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas, y uno más, en Mérida.
DESARROLLO Y CRECIMIENTO
El abnegado trabajo de los Eudistas fue acompañado por el robustecimiento de su presencia en Venezuela: Viceprovincia en el año 1957 y Provincia en 1970, con el P. Helímenas Rojo Paredes como primer Provincial.
Al inicio de sus labores en nuestro País, su labor pastoral se centró en el campo de la formación sacerdotal, que se continúa hoy en Mérida; y luego se desarrolló también en otros campos, por lo cual los Obispos estamos sumamente agradecidos, especialmente por la atención a parroquias en zonas muy difíciles y de misión, sobre todo en los Estados Guárico y Monagas. A través de los años se ha consolidado el trabajo vocacional, con la fundación en 1981 de la casa de formación que lleva el nombre de La Misión en honor al gran fundador, y que en 33 años ha dado a la Iglesia 22 sacerdotes. Recientemente se ha dado una hermosa novedad: los Asociados Eudistas. Se trata de unir a la provincia de Venezuela laicos que se sienten identificados con la espiritualidad y el carisma de la congregación. También forman parte de este proyecto sacerdotes diocesanos que quieren vivir esta experiencia.
Hoy en día, gracias a la generosa autorización e interés del R.P. Camilo Bernal, Superior General de la Congregación, y a la disponibilidad y colaboración de la Provincia colombiana del Minuto de Dios, en la Arquidiócesis de Caracas, donde atienden pastoralmente la importante Parroquia de San Juan Eudes, estamos encomendando a los PP Eudistas la atención de un movimiento apostólico y de misericordia fuerte y vigoroso, los Samaritanos. Esperamos que los pasos que ya se han dado, por lo cual estamos muy agradecidos, vayan abriendo camino para la consolidación, el fortalecimiento y desarrollo de esa estupenda obra, de grandes potencialidades en el campo de la evangelización y de la pastoral de la misericordia.
De manera particular damos gracias a Dios por los obispos eudistas, que han puesto muy en alto el nombre de la Congregación: Mons. Miguel Antonio Salas, Arzobispo Emérito de Mérida, cuya causa de canonización se ha iniciado en Mérida; Mons. Helímenas Rojo, Arzobispo Emérito de Calabozo, Mons. Nicolás Bermúdez, Obispo Auxiliar Emérito de Caracas, Mons. José Sotero Valero, quien fuera mi obispo Auxiliar en Valencia y luego Obispo de Guanare, y Mon. Luis Alfonso Márquez, Obispo Auxiliar Emérito de Mérida.
CONCLUSIÓN
Mis queridos hermanos:
Hermosa ha sido sin duda la trayectoria de la Congregación de Jesús y de María en Venezuela. Su presencia ha significado un fuerte impulso a la formación de sacerdotes entregados al servicio del Señor y del pueblo venezolano, y se ha extendido a otros diversos campos de acción pastoral. Damos, pues, gracias a Dios y lo bendecimos por los dones concedidos a los queridos Padres y Hermanos Eudistas en Venezuela, y por las gracias que a través de ellos ha derramado sobre nuestra Iglesia y nuestra Patria
Pidámosle a Dios que sigan adelante, con renovados bríos, en esa hermosísima tarea de evangelizar y formar, que es tan importante. Y que vivan a fondo el compromiso de seguir anunciando y estableciendo entre nosotros el Reino de Cristo, nuestro divino Salvador. Encomendamos estas intenciones a la maternal intercesión de María Inmaculada, Nuestra Señora de Coromoto. Amén.
¡Viva Jesús!
¡y María!
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