jueves, 1 de septiembre de 2016

Jormin da gracias infinitas en su Ordenación Diaconal

En la culminación de la XIII Asamblea Provincial, la Congregación de Jesús y María, provincia de Venezuela celebró con corazón grande y ánimo decidido la ordenación diaconal de Jormin Juan Fermín Peche cjm, quien fue ordenado por Mons. Pedro Nicolás Bermúdez cjm, en la capilla San Gabriel de la Tahona, Venezuela el pasado 27 de agosto.

Asimismo, la ordenación de este diácono contó con la presencia de 11 padres eudistas, ocho diocesanos como expresión de la caridad pastoral en el sacramento del orden. Con la acción de gracias evidencia que la misericordia de Dios está presente para llamar y enviar al servicio en la caridad a los que han sido llamados por Dios.

Exmo. Mons. Nicolás Bermúdez cjm
Rev. P. Provincial Humberto Hernández cjm
Reverendos Presbíteros diocesanos y
Amados incorporados eudistas
Estimada Hermanas religiosas (Corazón de Jesús y María, Pías Discípulas, Caridad del Buen Pastor e Hijas de Altagracia)
Querida familia
Queridos formandos y hermanos y hermanas todos en el Señor Jesús


“El que no vive para servir no sirve para vivir”, Madre Teresa de Calcuta. Esta frase resuena y es apropiada para decir: que el servicio es uno de los brazos de la caridad. Hoy apelo a la gratitud que es la respuesta del corazón que se ha dejado encontrar y seducir por Dios para actuar siempre desde el amor. Cómo no agradecer infinitamente a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por darme tan grande don.

El Señor me ha llamado por mi nombre, para ser su siervo más cercano, su amigo más amado. “Ven y sígueme…”

He recibido esta gracia gratuitamente, inmerecidamente, como regalo valioso de la absoluta
liberalidad del Señor, porque “Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios” (1Cor 1,27).

Hoy mi diaconado queda marcado por la huella del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia:

“Amen a sus enemigos, y hagan bien, y presten no esperando nada a cambio, y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y malvados. Sean misericordiosos, así como su Padre es misericordioso” Lucas 6,35-36.

La gratitud y el compromiso para con Dios Uno y Trino, se concreta en relaciones cordiales y
sencillas; por ello agradezco y me comprometo de corazón con la Iglesia, en nuestro hermano Mons. Nicolás Bermúdez, obispo eudista, quien ha sido conmigo humano, hermano y fraterno, Dios le pague por sus finas atenciones; en mi familia eudista, en mis hermanos incorporados, quienes me han apoyado con su confianza y fraternidad, por lo cual les pido perdón, porque no soy buen gerente y administrador, simplemente un misionero de pueblo, en los sacerdotes que me han acompañado como verdaderos padre en la fe [PP. Ramón Santana, Arvincen Ramos, Gerardo Tardif, Fernando Duartes, Allans Parababith, Ramón Rivas, Carlos de Abreu y Carlos Triana, José Jesús Salcedo, quien comenzó el proceso vocacional y José Luis Irazu, un obrero de la tarde quien me enseñó el camino de la fraternidad y la misericordia]; a mi amado pueblo Sabana de Uchire, quien con su presencia y apoyo me hacen muy feliz hoy ustedes son el mejor regalo para mí. Sin dejar de lado a las comunidades misioneras de Caracas, Valencia, Temblador, San Cristóbal y Mérida en las que he encontrado a todos los que forman parte de mi itinerario de fe; en las Hermanas del Corazón de Jesús y María, que son un signo de servicio, de entrega y misericordia en el Peñón de Gabante y todos sus alrededores, me acompañan con cariño y respeto; en las hermanas Pías Discípulas, quienes han abierto las puertas de su corazón para llenarme de Dios, en tantos y tantos fieles que, con su oración silenciosa y su aporte económico, sostienen la obra de la formación sacerdotal. Dios sabe quiénes son y ya les recompensó. 

 

Agradezco a mi familia, papá, mamá, hermanos, tíos, primos; a los amigos de siempre y más recientes, a todos, peregrinos aún en este mundo o que ya han partido a la Casa del Padre mi abuelita María Peche y Petrica Caibe, porque para Dios todos estamos vivos y para la Iglesia es una realidad vital la Comunión de los Santos y su poderosa intercesión, como he cantado postrado en las letanías. La familia es nuestra primera Iglesia y de ella he de ser signo maternal, los amigos, hermanos de la vida y ejemplo de lo que estoy llamado a ser con todo el pueblo fiel.

Hoy recordamos la memoria de Santa Mónica, quien oró durante 40 años por la conversión de su hijo san Agustín. He conocido muchas Mónicas que oran por sus pequeños, siendo amas de casa, agricultoras, religiosas. Porque el amor más grande después de Dios es el de la madre, así mamás recen por sus hijos.

Agradezco a mis hermanos formandos, quienes con sus alegrías y penas me han sabido acompañar; le digo vuelvan al primer amor que los trajo hasta aquí, nunca se cansen de hacer el bien por los demás y véanse todos los días ordenados, porque si se sienten amados por Dios no tienen porque temer. Doy gracias al hermano seminarista Johan José Hernández que el Señor nos cruzó en el camino para crecer en la fe.

Sólo sabe el peso de la cruz quien la llevado, por ello quiero orar por mis compañeros de vocación y de camino que por alguna razón han abandonado o suspendido su proceso, a los que han intentado ingresar y no han podido, le digo como el Papa Francisco “Jesús no señala al herido, sino le regala su misericordia ¿Y tú quién crees que eres para cerrar las puertas de tu corazón a un hombre, o una mujer que tiene ganas de mejorar? Y es un misterio de la misericordia divina de Jesús, pero esa misericordia divina hoy la estamos celebrando todos, mirando hacia adelante en esperanza para lograr la Venezuela que Dios quiere”. Tampoco yo entiendo por qué he sido admitido y ordenado y no ustedes. Y siguiendo la humildad del Papa para intentar hacerla mía, escucho la voz de Jesús: ‘Yo no te condeno, vete y no peques más’. Y lo hago desde la experiencia de mis propias heridas, de errores y pecados que el Señor ha querido perdonar y reeducar en mi pequeña vida. Lo hago desde mi conciencia de que, sin su gracia, vigilancia y la de la comunidad, podría volver a repetirlos. Y lo hago con un fin: Animarnos todos a seguir con alegría al Señor Jesús.
Finalmente, 

“En el no pretender revelo lo que quiero ser…
No pretendo ser padre, sino hermano
No pretendo ser oreja, sino escucha
No pretendo ser maestro, sino discípulo
No pretendo ser primero, sino último
No pretendo ser asalariado, sino pastor
No pretendo ser güeto, sino comunidad
No pretendo ser indiferente, sino prójimo
No pretendo ser juez, sino misericordioso
No pretendo ser perfeccionista, sino santo
No pretendo ser amado, sino amar
No pretendo ser servido, sino servir
No pretendo ser infeliz, sino feliz” Jormin Fermín cjm

Que el Señor nos muestre a cada uno y a cada paso su camino y nos lo allane. Y que la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Ntra. Sra. De Coromoto y San Juan Eudes nos lleven de la mano.


Gracias



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