Tiempo de gracia y bendición. Es el nombre que le podemos dar a este tiempo especial de formación Eudista. Han sido seis meses donde sólo la mano poderosa de Aquel que es todo amor por nosotros nos ha guiado y hecho sentir su misericordia. Hoy, al final de esta experiencia, sólo queda volver a Galilea, a ese nueve de enero de 2016 cuando como en un nuevo pentecostés, nos encontramos y como si una fuerza de fraternidad nos envolviera, entramos en sencilla simpatía en medio de nuestra diversidad en lenguas, pueblos y costumbres.
Han sido seis meses en donde a pesar de las noches oscuras que hemos podido pasar a causa de la rutina y el cansancio; a pesar de las incomprensiones para con los hermanos porque al fin y al cabo no somos iguales, a pesar de las imprudencias y sobre todo el desamor, hoy tenemos la plena certeza de que en nuestros corazones ha quedado el nombre y la vida de hermanos que profundamente han marcado nuestra historia. Es tiempo de pedir perdón por no amar a la manera de Jesús.
Han sido seis meses de alegría. Cómo olvidar las bromas y las risas como expresión de una
comunidad que tenía buen sentido del humor. Cómo olvidar las veces en que nos reíamos de palabras y gestos de los hermanos. Cómo olvidar las palabras un poco mal pronunciadas de los de habla francesa y portuguesa. No olvidaremos al hermano que patentizó el canto “Bienaventurados los misericordiosos”. Al hermano que aplaudíamos por llegar tarde a las clases. Al hermano que escondía los tenedores en los bolsillos de los demás. Al hermano que daba dirección espiritual por whatsapp. Al hermano que desafinaba al cantar. Al hermano que montó una fundación de la tercera edad en una semana de playa. Por cierto ¡bendita sazón de Doña Roquelina! Y cómo olvidar al hermano que invitaba a comer fuera de casa pero sólo pagaba lo que él consumía. Cómo olvidar aquellas canciones que se pusieron de moda y nos inspiraban cerrar nuestros ojos para orar: Dios está aquí, Estoy a la puerta y llamo, Vive Jesús el Señor, Deseo morir a todo y acéptele. ¡Cómo olvidar!
comunidad que tenía buen sentido del humor. Cómo olvidar las veces en que nos reíamos de palabras y gestos de los hermanos. Cómo olvidar las palabras un poco mal pronunciadas de los de habla francesa y portuguesa. No olvidaremos al hermano que patentizó el canto “Bienaventurados los misericordiosos”. Al hermano que aplaudíamos por llegar tarde a las clases. Al hermano que escondía los tenedores en los bolsillos de los demás. Al hermano que daba dirección espiritual por whatsapp. Al hermano que desafinaba al cantar. Al hermano que montó una fundación de la tercera edad en una semana de playa. Por cierto ¡bendita sazón de Doña Roquelina! Y cómo olvidar al hermano que invitaba a comer fuera de casa pero sólo pagaba lo que él consumía. Cómo olvidar aquellas canciones que se pusieron de moda y nos inspiraban cerrar nuestros ojos para orar: Dios está aquí, Estoy a la puerta y llamo, Vive Jesús el Señor, Deseo morir a todo y acéptele. ¡Cómo olvidar!
Han sido seis meses de conocer lo bello que hay en el interior del hermano. Cada uno con su forma de ser aportó a la creación de una vida en común. Unos más abiertos, otros más guardaditos. Y como lo expresa San Pablo, a la manera de un cuerpo fuimos descubriendo y alabando a Dios por los dones y carismas que cada uno posee: el cantante, el guitarrista, el orante, el alegre, el que preparaba los postres, también el que nos hacía las palomitas de maíz, el chico del tambor, al buen proclamador de la palabra y el apasionado por el futbol, el payaso, el tenor, el doctor, el bajista, el carismático. Todos formamos un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo.
Han sido seis meses guiados por unos verdaderos padres. En ellos captamos sin querer queriendo hombres llenos de Dios. GRACIAS por llamarnos “Mijo”, por tu amor a la formación, por tu hacernos amar y admirar la Palabra, por tu sencillez y confianza. GRACIAS por ser un hombre alegre, siempre te vimos con una sonrisa en tu rostro, saludando y haciéndote uno con nosotros. Gracias por sentarte muchos días y, como un pequeño, escuchar clases al lado nuestro. GRACIAS por ser un hombre inocente, por amar mucho a mamá María. Gracias por tus cosas aún de seminarista. Gracias porque aprendimos a respetarte a pesar de tu juventud porque eres un místico sacerdote, gracias por las veces en que te jugabas con nosotros con plena libertad sin ínfulas de superioridad. Por todo esto, gracias padres.
Han sido seis meses de entrega en las manos de Jesús y María, señores y dueños de esta pequeña Congregación. A ellos rendimos nuestra vida, nuestra vocación y todos nuestros proyectos. Que ellos nos lleven con bien a nuestros lugares de origen a seguir creciendo en ese amor que arde y que
queremos dejar que siga ardiendo en nuestros corazones.
Jesús y María, infinitamente gracias por permitir dejarnos ser sus siervos, sus muy amados y sus enviados. Pedimos a ustedes que terminen en nosotros lo que comenzaron, cuando un día, en esas cuatro de la tarde de la cual habla el evangelio, yo y mis hermanos nos encontramos con ustedes y nos fuimos detrás, vimos donde vivían y nos quedamos en su hogar. Sí, ustedes viven en la Congregación, en esta Congregación donde el padre Eudes nos mueve a amarlos con todo nuestro corazón, toda nuestra voluntad y todas nuestras fuerzas, para que vivan y reinen entre nosotros. Sin duda, han sido seis meses de gracia y bendición.
Jesús David Mercado – Provincia de Colombia
Valmaría, 27 de junio de 2016
¡VIVA JESÚS Y MARÍA!
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