viernes, 19 de septiembre de 2014

Tenemos una meta muy alta: evangelizar y lograr la transformación de los corazones

Esta es una semana de fiesta, en la cual el centro definitivamente es Dios.

La evangelización no va dirigida solo a los creyentes, pues el Señor cuando nos envía nos dice lo mismo que dijo a los apóstoles: vayan y anuncien la Buena Noticia del Reino a todas las naciones y a todo tipo de personas, porque todos los seres humanos que habitan en la tierra, necesitan la Buena Noticia de Dios, aunque algunos aún no lo sepan, lo necesitan.

Cristo es para todos, el Evangelio es para todos, El Papa lo ha dicho: tenemos que salir , ser una Iglesia en salida. Ha invitado a los jóvenes a hacer lío. La Iglesia tiene que ser de puertas abiertas, donde todos estamos en constante misión.

Todos tenemos que hablar de Jesucristo. Por esta emisora han pasado personas muy cultas, de otras religiones, y nosotros hemos tenido las puertas abiertas, porque el Señor también tiene una palabra para nosotros a través de todas estas personas.

Ay de mí si no evangelizo, ay de mí si yo no anuncio a Cristo Vivo y Resucitado.

Hermanos, es importante convertirnos en testimonio de Cristo, es importante evangelizar como nos lo dice Romanos 10: 14. Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados?...

Es decir, todos estamos llamados a evangelizar, debemos comunicar al mundo que Dios nos ama, que Dios es Padre, que el Señor se ha hecho presente en nuestra historia de una manera palpable, que es Jesucristo. Por lo tanto, se trata de comunicar a Jesucristo. Debemos compartir nuestra experiencia de Cristo con los demás, para que mi hermano también se encuentro con Jesús. La evangelización consiste en ser testigos de Jesucristo.

¿Qué sucede en la persona que recibe el Evangelio?

Son muchos los efectos poderosos que se dan en la persona que es evangelizada. Al escuchar el evangelio se da un encuentro con Jesús que cambia la vida, que cambia todo. Lo primero que la persona tiene que experimentar es que necesita de Dios, al encontrarse con Jesucristo, uno se da cuenta de lo pequeño que es ante el Señor, de cuánto lo necesita en su vida. Ese primer encuentro con Jesús, nos lleva a tomar conciencia de que somos unos necesitados de Dios, dependientes de Dios, de que sin Él nuestra vida no tiene sentido.

Entonces, primero te hace sentir un dolor profundo porque te das cuenta de lo vacío que estabas sin Él. Sin embargo, al mismo tiempo, nos contagia de alegría por haberlo encontrado. Esa, precisamente, es la señal de que cada cristiano se ha encontrado con Jesús: la alegría.

“Para que uno tenga una autentica experiencia de evangelización debe haber alegría”. Si no hay alegría en nosotros es porque todavía nos falta mucha evangelización.

Lo segundo es que Cristo es paz, y por lo tanto, también invade nuestro corazón de paz; toma nuestro corazón, lo transforma y nos da la paz. El Espíritu del Resucitado viene a darnos paz

De esta manera, mis hermanos, primero, me doy cuenta de que necesito de Dios, segundo, tengo una experiencia de alegría, luego de paz y después me siento amado. Dios nos da un amor que nada, ni nadie nos puede dar ni comunicar. Es el amor incondicional, que nos hace capaces de las más grandes cosas, que nos hace misericordiosos, pacientes, que nos enseña a perdonar, que nos lleva a entender que Dios tiene un plan para nosotros que cumplirá. Posteriormente, cuando el corazón, la mente y el alma están en sintonía, hay una sanación total. Este es el paso que sigue cuando se tiene un encuentro personal con Jesús, con el Evangelio. El Evangelio sana, transforma, libera, llena de paz y amor.

Cuando el corazón se sana, empieza a sanarse el entorno: la familia, la comunidad, todo el pueblo de Dios. Ésta, es una experiencia que ha regalado en estos 27 años la Emisora Minuto de Dios: familias sanas. Cuando una familia es sanada por Cristo, comienza a ayudar a sanar otras familias en el Nombre de Cristo. Así, por un efecto multiplicador va produciendo una sociedad sana, y una sociedad sana
es una sociedad que vive en paz.

Entonces, el Evangelio se va convirtiendo en una fuerza sanadora y multiplicadora de salvación y bendición. No caigamos en el error de pensar que el Evangelio es solamente para la gente devota, noble, buena, o que no tiene nada que hacer en la vida. El Evangelio es para todos, no es solo para aquellos que parecen espirituales, sino que todos en el lugar que Dios nos ha puesto, con las diferentes capacidades que nos ha dado, necesitamos ser evangelizados y transformados en personas espirituales en medio del mundo de hoy.

Debemos dar gracias a Dios por los logros que alcanzan los grandes empresarios, los científicos, los que conocemos como cerebros de la ciencia y la tecnología, porque lo han logrado con esfuerzo y dedicación y todo eso también es un don de Dios. Sin embargo, a veces hacemos parcelaciones, es decir, existe gente creyente que no aplica su fe en lo que hace; para ellos la fe es ir a misa los domingos, rezar un rosario, o hacerse una señal de la cruz etc., pero allí donde están trabajando, no aplican esa experiencia de Dios. Ahora bien, imagínense si todos estos grandes dirigentes, científicos y demás, practicaran su fe en lo que se desempeñan, no solo sus empresas serian mejores sino también el país, la sociedad.

¿Qué esperar cuando trabajamos para Dios? Naciones más justas, más creyentes, más fraternas. Son muchos los empresarios, políticos, científicos que creen en Dios y que trabajan para Dios: la Doctrina Social de la Iglesia, no es más que la esencia del Evangelio. Dios nos está mostrando el camino para formar una sociedad fraterna, igualitaria, donde la gente tenga derechos y responsabilidades pero todo en pro de la construcción de la paz, de una responsabilidad social.

A veces, pensamos en que debemos construir un mundo mejor para nuestros hijos, pero por qué mejor no pensar en formar mejores hijos para el mundo… Esto es precisamente lo que hacemos en que este Radiominutón. Ahí es donde cobra sentido todo lo que hacemos, cuando ayudamos en la transformación del corazón de las personas, de las estructuras sociales.

Pero para esto, debemos volvernos multiplicadores de Cristo, Tú eres uno en tu familia, en la empresa, en tu entorno. Que Dios te multiplique para que el día de mañana ya no seas tú solo, sino muchos más los que estén hablando del Evangelio.

No te quedes callado. Por ejemplo, si una persona no quiere asistir a este evento, por distintos motivos, háblale de Dios, de su obra, del aporte que necesitamos para seguir evangelizando. Necesitamos de su ayuda para continuar.

Necesitamos una Colombia nueva con la experiencia de Dios aplicada a la realidad, evangelizada y evangelizadora. Son 27 años de Evangelización: de recibir y dar el Evangelio. Tenemos una meta muy alta: la trasformación de los corazones. Recordemos que estamos dando porque hemos recibido, y como seguimos recibiendo seguiremos dando para la Gloria de Jesucristo. Qué bueno es saber que mi aporte será para ayudar a otras personas a tener ese encuentro con el Señor Vivo y Resucitado.

Oración:

Padre, infinitas gracias te damos porque nos has evangelizado en tu Hijo Jesús, nos has amado primero. Gracias Señor, porque recibimos de Ti, toda clase de bendiciones, por eso, queremos también dar, porque todo lo que tenemos te pertenece. Sabemos que no quieres quitarnos lo que tenemos, pero sí quieres que lo compartamos con nuestros hermanos. Derrama tu bendición sobre familias, organizaciones, empresas, instituciones, comunidades; multiplica la donación que cada persona haga conforme a su corazón, pues Tú eres el único que conoce su realidad y puede transformarla. Amén

@pjaviermd




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