Con la celebración de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana, presentamos a Dios, por intercesión de San Juan Eudes, nuestra gratitud, vivimos la alegría de escuchar la voz del maestro, con el cántico de María rendimos al Padre la alabanza del espíritu, con la seguridad de ser escuchados en la plegaria. El P. Higinio Lopera dirigió a nombre de todos los eudistas de la región del Ecuador la siguiente alocución:
Muy querido Padre Jesús Ángel.
¡Qué alegría poder celebrar este natalicio en esta hermosa capilla neogótica, única en el Ecuador y en cuya restauración me permitió participar el Señor hace 24 años¡
Y más bello todavía celebrar este 80º cumpleaños de la persona que conocí en agosto de 1957 en el seminario de Valmaría.
He pensado cuál sería la mejor manera, Padre Jesús Ángel, de expresarle nuestro afecto, nuestra admiración
y gratitud por su entrega incondicional al Señor dentro de la Iglesia y de la Congregación de Jesús y María. Lo que estamos haciendo en este momento los aquí presentes, me parece muy digno, muy noble de parte de todos.
Y qué importante es para toda persona, así se viva en sencillez y en humilde ocultamiento, que en vida podamos proclamar las maravillas del Señor que se han cumplido en nuestros hermanos, en aquellos que han estado tan cerca de nosotros. La Madre mil veces admirable desde su profunda humildad nos ha dado el ejemplo.
Quiero dar gracias al Señor por ese sacerdocio que él le ha participado para entregarlo en el servicio, en el trabajo constante y fiel, y de manera muy señalada, en esa tierra hermosa, de mi Ecuador entrañable. Quiero con todo respeto e inmenso cariño venerar en usted, Padre Jesús Ángel, el sublime sacerdocio de nuestro Señor Jesucristo.
Yo solo creo en el sacerdocio ministerial cuando es ofrenda de amor, desde los más simple y cotidiano, pero desde la hondura del alma, del corazón según el divino querer. Que hermoso, sin tener que poner etiquetas, ni títulos, ni condecoraciones de oropel, poder decir de Usted y tantos sacerdotes que son multitud anónima en nuestra amada Iglesia de Jesucristo, lo que Juan Eudes.
“Los sacerdotes son los ojos, la boca, la lengua y el corazón de la Iglesia de Jesús , o mejor dicho, del mismo Jesús, asociados íntimamente a la obra de la salvación, obra por excelencia del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, de la Iglesia y de la Madre del Salvador”.
Reciba este homenaje porque se lo merece, pero sobre todo, porque en su persona, podemos proclamar el Magnificat de san Juan Eudes:“Alaba alma mía al Corazón Admirable de Jesús y de María.Jesús y María me entregaron su Corazón para que viva siempre en su amor. Cosa grandes hizo en mí este Corazón bueno.
Desde el vientre materno me hizo suyo.
El abismo de mis miserias me atrajo el abismo de sus misericordias.
Me escogió para ser su sacerdote
Y me dio un puesto entre los servidores de su pueblo.
Gracias infinitas le sean dadas por este don inefable”.
Gracias por usted querido Padre Jesús Ángel, por su sacerdocio ofrenda de amor. Que nuestro Adorable Jesucristo y la Madre Bendita lo cubran con su amor.
Lo queremos mucho.
Quito, 11 de junio de 2014.
Higinio A. Lopera E. cjm.
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